Pinturas, dibujos y esculturas de artistas como Alberto Giacometti, Max Ernst, Fernand Léger, Henri Matisse, Balthus, Victor Brauner, Matta, Jean-Paul Riopelle, Joan Mitchell o Zao Wou-Ki fueron acumuladas por cinco generaciones de la familia Lefebvre-Foinet, cuya mítica tienda en Montparnase surtió durante más de un siglo a todos estos artistas con pinceles, lienzos, papel, pero sobre todo con sus famosos tubos de colores y pinturas hechas a mano, a base de tierra y pigmentos naturales.
La historia de una marca
Paul Foinet fue quien fundó la empresa en la década de 1880, comercializando sus productos tradicionales hechos artesanalmente de puerta en puerta, visitando uno a uno los estudios de los diferentes artistas. En 1902, Lucien Lefebvre, yerno de Foinet, decidió abrir un local en la rué Brea de Montparnase, llamado Lefebvre-Foinet, que serviría estos mismos productos a los creadores de arte durante los siguientes 90 años.
A Lucien le sucedió su hijo Maurice, una figura de renombre en el mundillo del arte parisino y, posteriormente, tomó las riendas del negocio Josette, la hija de Mauricio, quien a mediados de los 90 cerró definitivamente la tienda, no sin antes comprometerse con cerca de una docena de artistas a seguir proporcionándoles sus inigualables tubos de pintura artesanal.
"Fue muy difícil y costoso mantener la promesa. Las materias primas son difíciles de encontrar; porque las minas han dejado de producir. La mayoría de los pigmentos de pintura actuales se fabrican químicamente", explica Thomas Seydoux, director internacional de Impresionismo y Arte Moderno de Christie’s. "Para poder mantener la empresa a flote, comenzaron a vender un cuadro de la colección al año. Así es como les conocí".
Regalos de los artistas
Tras la reciente muerte de Josette este mismo año, los herederos han decidido vender la colección, "esas obras que los artistas regalaban a sus padres y abuelos y que cuando eran niños pensaban que nunca tendrían ningún valor”, comenta Seydoux. "Pero se han dado cuenta de que la colección se ha convertido hoy en día en algo muy valioso. Su opinión es que ellos no son coleccionistas, ni artistas, aunque trabajen para los artistas. No están familiarizados con el mercado del arte actual ni sus cotizaciones en absoluto".
De modo que el hecho de sacar la colección a la venta ha resultado ser un interesante revulsivo para los coleccionistas privados, porque, como comenta Thomas Seydoux, "está compuesta por una variada y divertida mezcla de estilos y artistas, perfecta para ser ofrecida en París".