En esta pintura los colores violentos y las distorsiones lineales generan un efecto expresionista que sirve para representar diversas emociones. «Ya no debes pintar interiores con hombres leyendo y mujeres sentadas. Deben ser seres que respiren y sientan, que amen y sufran», planteó Munch en 1889.
Munch es considerado, junto con Vincent van Gogh, un precedente fundamental del expresionismo germánico. Figura puente entre dos siglos, la interpretación de su mundo se ha convertido en símbolo del sentir finisecular. Desde 1916 hasta la fecha de su muerte llevó una vida solitaria y prácticamente retirada del mundo en Ekely. Tras su fallecimiento, la ciudad de Oslo se convirtió en la heredera de sus obras que, desde 1963, se exponen en el Munch-Museet.