Entre las noticias más destacadas de la semana pasada, The New York Times daba testimonio del importante reclamo que suponían las subastas de arte contemporáneo en las grandes casas y como Leonardo DiCaprio se camufló entre el público asistente durante las pujas en Christie’s por un «vlaminck» y un «monet» que se convirtieron en las «piezas estrella» de la jornada. Finalmente, el actor adquirió la obra de Salvador Dalí Chevaliers en parade (1942) por 1,42 millones de dólares (974.000 euros). Por otro lado, Sotheby´s también sería noticia [1] por recaudar 170 millones de dólares en un día gracias a la subasta de varias obras de Picasso.
Tercera en discordia
Phillips de Pury and Company [2] no anda a la zaga. A pesar de la extraordinaria fama de sus competidoras, esta casa se ha convertido en los últimos años en justo rival por méritos propios. Durante la semana pasada permaneció en silencio debido a que sus platos fuertes se presentarán mañana y pasado, 12 y 13 de mayo. A lo largo del fin de semana pudieron apreciarse en sus salas obras de artistas de extraordinaria relevancia como Thomas Struth, Paul Jenkins, Julie Mehretu, Lichtenstein, Philip Guston, Vik Muniz o incluso Andy Warhol.
La inauguración oficial de la semana de subastas en Phillips de Pury tuvo lugar en su sede junto al Highline, a partir de un ameno debate entre expertos del mundo del arte. En él pudieron verse representados los roles principales que suelen dar en cualquier subasta de cierta envergadura: el coleccionista, el conservador y el consultor de arte.
Responsabilidad y conservación
La art advisor Heidi Lee considera que un trabajo como el suyo es «fundamental hoy en día para ayudar a los coleccionistas a realizar compras responsables y satisfactorias. Dejar de lado el gusto personal es difícil pero fundamental a la hora de trabajar en este negocio. Para eso hay que autoeducarse y estar enterado al cien por cien de lo que sucede en el mercado cada día».
Los grandes coleccionistas, por lo general, no tienen tiempo para estudiar dónde pueden encontrar las propuestas más interesantes, de ahí que «cualquier consultor de arte que se precie deba poder presentar un resumen diario de lo que al cliente podría interesarle según sus preferencias, dónde podría encontrar determinadas obras, similares, eventos de utilidad, subastas, etc.». Lee recuerda que «los museos tienen comités de coleccionismo e incluso ellos pueden ayudar a coleccionistas particulares a tomar la mejor decisión»; y es que durante toda la charla se hizo especial hincapié en el «tono responsable» que ha de tener la adquisición de arte.
En este sentido, el también consultor Peter Sahlman insistió en que «gastar dinero es fácil, pero comprar arte debe conllevar dormir y vivir con él, hay que entender la necesidad del arte en nuestras vidas». Asimismo hizo mención al tipo de vida que alguien profesionalmente implicado en el mercado suele llevar: «suceden tantas cosas en el ámbito artístico que socializar es inevitable. Mi vida es conocer gente, salir a eventos y fiestas a todas horas y todos los días. Sí, esa es nuestra vida y es agotadora».
La aportación de la conservadora Suzanne Siano a la charla fue muy relevante. Aunque piensa que uno de los factores que convierte en fascinante al arte contemporáneo es el trabajo con materiales insólitos como comida, productos desechables, etc., también lo transforma en un objeto de consumo frágil que podría tener fecha de caducidad, por esta razón cree que «un buen asesoramiento en cuanto a la conservación de la obra recién adquirida es fundamental. Al fin y al cabo se trata de una inversión importante que merece la pena mantener en el mejor estado posible. El tratamiento debe llevarse a cabo desde el minuto cero». Considerando el papel de los artistas en esta labor, añadió: “como conservadores les rogamos a los artistas que aporten el mayor volumen de información posible sobre su obra. Que la documenten hasta el mínimo detalle”.
El coleccionista tipo
El contrapunto lo puso el coleccionista Bernard Lumpkin, creativo de MTV Networks: «Estar expuesto al entorno de creativos de televisión me hizo pensar en adquirir arte». Lumpkin aportó además un curioso punto de vista sobre el coleccionismo: «Lo mejor de las subastas es que funcionan gracias al carácter democrático capitalista: si tienes el dinero lo compras, da igual de dónde provengas o de qué familia seas o qué tipo de negocio tengas». Su criterio a la hora de comprar arte se rige según un principio básico: «A priori, no hay que ceñirse a un periodo o a un artista concreto. El secreto está en observar diferentes tipos de arte y ver cómo reaccionamos ante ellos. Si después de unos cuantos ejemplos aún te sigue interesando un estilo concreto de manera natural, entonces hay que ir a por ello a muerte».
El optimismo en las casas de subastas se hace patente y la actitud de estos expertos resulta significativa. Nos quedamos, no obstante, con la última intervención de Peter Sahlman: «Mi consejo principal a cualquier coleccionista de arte o coleccionista en potencia es que no enfoque la compra de arte como un medio para elevar su estatus social o para invertir dinero porque al final el mercado es siempre imprevisible. Lo importante es hacerse con obras que nos aporten placer visual y nos ayuden a desarrollar nuestro intelecto, que aumenten nuestro conocimiento. Es en esas ocasiones cuando la inversión es verdaderamente rentable».