Sus 20 lotes encontraron comprador, pero la joya estrella de la velada fue un brazalete en ónix y diamantes fechado en 1952 que, tras una dura pugna entre cuatro compradores, ha establecido un récord para una alhaja de Cartier y también para un brazalete vendido en subasta: 5,4 millones de euros. Esta joya partía con una estimación preventa de entre 1 y 1,5 millones de libras esterlinas (1,2-1,8 millones de euros).
El segundo precio más elevado de la velada correspondió a un prendedor con forma de flamenco engastado con rubí, zafiro, esmeralda, citrina y diamante, también obra de Cartier, en este caso de 1940, y que fue adquirido por la Fundación Cartier por 1,7 millones de libras esterlinas (algo más de 2 millones de euros), cuando partía con una estimación de entre 1 y 1,5 millones de libras esterlinas (1,2-1,8 millones de euros).