A lo largo de su carrera, también Jasper Johns ha pintado varias veces la bandera de Estados Unidos. Para Johns es algo reconocible y cotidiano: algo que “¡la mente ya sabe!” y que además está en todas partes. Es más, se trata de un objeto banal, un trozo de trapo. Por eso, ante los cuadros de Johns surge la pregunta: ¿es una bandera o una pintura? A fin de cuentas, una bandera no es más que una tela pintada. He aquí una de las bases del pop-art: ¿De qué modo el arte se convierte en mercancía y la mercancía en arte?
Johns no se limita a hacer un ejercicio de patriotismo, claro, sino que juega con la naturaleza de la imagen como representación. Como afirmaba René Magritte, toda representación pictórica se halla definitivamente separada de la realidad. Incluso las propias palabras son también un engaño, en la medida que representan algo.
Por cierto, la cotización de Magritte acaba de alcanzar un nuevo récord en la subasta llevada a cabo en Sotheby´s de Londres. Su obra El imperio de las luces cerró las pujas con la cifra de 59,4 millones de libras (70,6 millones de euros), con lo que se convierte en la obra más cara subastada nunca en Europa. Para la promoción de esta subasta la fachada de Sotheby´s se transformó por completo, convirtiéndose en el cuadro de Magritte a gran escala. El único elemento del edificio que se mantuvo fue la gran bandera de Sotheby´s, ondeando bien visible sobre el paisaje del artista belga.
Arte digital contra la guerra
La representación de una bandera también ha servido para recaudar una suma de dinero considerable. Un token no fungible (NFT, en sus siglas en inglés) de la bandera de Ucrania ha recaudado más de 6,1 millones de euros en una subasta organizada por UkranieDAO, entidad cofundada por Nadezhda Tolokónnikova, una integrante de las Pussy Riot. Las ganancias se donarán a la iniciativa Come Back Alive, que distribuye ayuda los que se enfrentan a la invasión rusa.
Los NFT permiten a los compradores demostrar la propiedad de un activo virtual; en esta ocasión, una versión digital de la bandera azul y amarilla de Ucrania. Aunque el NFT de la bandera se produjo como una edición única en blockchain de ethereum, quienes participaron en la subasta pudieron compartir la propiedad del artículo con contribuciones tan bajas como 0,00001 ether (menos de 0,027 euros) hasta 44 ether (116.933 euros). En 72 horas la venta atrajo más de 3.200 contribuciones, cada una de las cuales posee la pieza digital en una proporción acorde a lo aportado.
Estos accionistas podrán decidir sobre una posible venta futura del NFT, sin bien UkranieDAO se ha posicionado claramente sugiriendo a los propietarios que conserven sus participaciones “como un recordatorio de las necesidades humanitarias de nuestro mundo”. En un principio la organización pensó crear obras de arte únicas para recaudar fondos, pero se decidieron por el NFT de la bandera por “ser un símbolo del pueblo ucraniano en lugar de centrarse en un artista o una estética en particular”. Tolokónnikova ha afirmado que “las personas pueden tener diferentes estéticas. Pero no se trata de qué color preferimos, se trata de unirnos para salvar vidas”.
Por su parte, la artista rusa de NFT Olive Allen, que lleva más de once años viviendo en Estados Unidos, también ha dirigido su práctica artística a concienciar y recaudar fondos para ayudar a los afectados por esta guerra. Concretamente, Allen ha quemado su pasaporte ruso y ha subastado el vídeo resultante como un token no fungible. La artista aclaró poseer únicamente ese ejemplar del pasaporte y que al quemarlo de manera pública estaba poniendo en peligro su repatriación por posicionarse con claridad contra su Gobierno. «Nunca podría volver a Rusia con el régimen actual; me detendrían enseguida», asegura. «La gente va a la cárcel en Rusia por menos. He cortado mis posibilidades de volver, quiero decir, al menos durante el régimen actual».
La subasta se realizó en línea en SuperRare alcanzando un precio final de 8.922 euros, que se destinarán integramente, por deseo de la artista, a Save the Children. Además, Allen ha donado el dinero recaudado en la subasta de su obra НЕТ ВОЙНЕ (No a la guerra), un oso azul de rasgos amarillos sosteniendo una pancarta, a la iniciativa de la revista Time y OpenSea, apoyada por otros 58 artistas.
Los NFT irrumpen en las ferias
En todo caso, y al margen de estas iniciativas altruistas, los NFT cada vez están más presentes en el mercado del arte, y así se ha reflejado en la última edición de ARCO. Para contextualizar el mundo de los tokens se organizó en ella el foro NFT: ¿Qué estamos comprando? Una perspectiva jurídica y fiscal para compartir con artistas, coleccionistas y demás agentes del arte la normativa vigente al respecto.
Pero los NFT también estuvieron presentes por sí mismos, concretamente de la mano de cuatro artistas. Una de las piezas, Digital Economy Principles QR, de Daniel G. Andújar, combinaba una parte tangible y otra no dependientes entre sí: una pintura acrílica sobre lienzo de un QR que, a través del móvil, dirige a OpenSea, el mayor mercado en línea de NFT, donde se encuentra otra pieza, esta digital. Cada una de ellas se vendía por un ethereum, cuyo valor fluctúa dependiendo del mercado de esta criptomoneda (2.315 euros en el momento de escribir este artículo).
El pionero en acudir a ARCO con un NFT fue Solimán López en su edición anterior. La obra, titulada The Hash, consistía en la digitalización de un bonsái real, cuya geolocalización estaba conectada a la obra en formato NFT. En esta edición ha presentado otra pieza, OLEA, una moneda gigante en la que ha fundido el código informático del contrato NFT con código de ADN y lo ha implantado en un recipiente de aceite de oliva. La pieza todavía no tiene precio de venta al público, ya que está en fase ICO (Inicial Coin Offer), pero como afirman desde la Galería Ángels Barcelona, representante de Andújar: «Nos interesa más el cuestionamiento de las cosas y el debate crítico que el valor».
Y es que, como resalta Amparo Sard, otra de las artistas que ha estado presente en la feria con obra de este tipo, «el NFT no es arte en sí mismo porque tampoco lo es todo lo que se pinta ni es una escultura todo lo que se crea en tres dimensiones».
Los NFT, en efecto, parece estar abriéndose camino como un medio más. Recientemente se vendió una de estas obras por 63,3 millones de euros. Fue la pieza Todos los días: Los primeros 5.000 días del artista Mike Winkelmann (conocido como Beeple), que se subastó en Christie’s Londres. Se trata del primer NFT vendido en una casa de subastas y de la primera vez que Christie´s acepta el pago en la criptomoneda ethereum.
A los Estados parece se les ha arrebatado ya el privilegio exclusivo de emitir moneda. Les quedan las banderas.