Joven sosteniendo un medallón [1] se registró por primera vez en la década de 1930 en la colección de Lord Newborough en Caernarvon (Gales), y se cree que había sido adquirida por su antepasado Sir Thomas Wynn, primer Lord Newborough (1736-1807) mientras vivía en la Toscana. Entre 1935 y 1938, el retrato pasó a través de un comerciante de Londres a un coleccionista, cuyos herederos lo vendieron en subasta en 1982 al propietario actual por 810.000 libras.
Se trata de uno de los apenas doce retratos del artista que han sobrevivido hasta hoy, la mayoría de los cuales reside en las colecciones de los principales museos del mundo. Con un precio de salida de 80 millones de dólares, Sotheby’s presagia que la obra podría convertirse en una de las selectas piezas que han superado los 100 millones de dólares en una subasta. La casa está cultivando esas expectativas, pero la realidad es que una de las últimas experiencias en el mercado del arte de un Botticelli fue bien distinta.
En España, la familia Guardans Cambó posee un cuadro de Botticelli en su colección privada; fue adquirido en 1929 por el político Francesc Cambó (Verges, 1876 – Buenos Aires, 1947) y ahora pertenece a sus 14 nietos. La obra estuvo expuesta en el Museo del Prado en depósito temporal entre 2004 y 2017, cuando volvió a manos de la familia. Es un retrato de Michele Marullo Tarcaniota pintado hacia 1491 y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1988 por el Ministerio de Cultura. Esto significa que si la pieza se vendiese, el Estado podría ejercer su derecho de tanteo. Incluso aunque esto no sucediera, algo muy improbable, y el Estado no adquiriera la pieza, el comprador tendría que asumir que la obra no puede salir de España.
Aunque es inexportable de manera permanente por la Ley de Patrimonio Histórico, el Ministerio de Cultura concedió recientemente a sus propietarios, y de forma excepcional, un permiso de exportación temporal, ya que la familia lo quería poner a la venta en Londres. En septiembre de 2019 viajó para mostrarse en la Galería Trinity Fine Art durante la Frieze Masters [2], una feria centrada en los grandes maestros. Debido a todas las restricciones que la acompañan, el precio de venta fue inferior al valor estimado de la obra. En 2016, el Estado la había valorado en 60 millones de euros para su exhibición en el Prado, pero en Londres se puso a la venta por 27,3 millones. La obra no se vendió y el 15 de octubre regresó a España, una vez terminado el permiso temporal concedido por el Estado.
Pero los coleccionistas e inversores no pueden relajarse y deben tener preparadas todas sus armas, porque la última vez que salió a subasta una gran obra del Renacimiento el revuelo fue mundial. En 2017, Christie’s sacó a subasta Salvator Mundi, una tabla atribuida a Leonardo da Vinci que se ha visto envuelta en la polémica desde que comenzó a hablarse de ella en 2005. Fue entonces cuando los herederos de Basil Clovis Hendry la sacaron a subasta. Entonces se describía en el catálogo como una copia de Leonardo da Vinci “presentada en un elegante marco antiguo dorado” y con un valor de poco más de mil dólares.
Alexander Parish y Robert Simon, marchantes de arte, adquirieron finalmente el lote por menos de 10.000 dólares y encargaron a Dianne Modestini la restauración de la tabla que se encontraba muy alterada por deficientes intervenciones previas y varias zonas sobrepintadas en el pasado. Tras años de investigación se dictaminó que la obra realmente había sido realizada por el maestro y así se hizo saber cuando, en 2011, la National Gallery decidió incluirla en una retrospectiva sobre Leonardo. Hasta llegar a la subasta de 2017, la pieza fue vendida sucesivamente por 81.000 y 127.000 dólares, hasta llegar a manos de un coleccionista ruso quien la consignaría en Christie’s. A pesar de que la originalidad de la obra seguía en disputa, la pieza consiguió, con un precio estimado de 100 millones de dólares, un remate en 450 millones, el más alto jamás alcanzado en una subasta por cualquier obra de arte.
Sin llegar a este nivel estratosférico, las piezas del Renacimiento siguen aumentando sus cotizaciones. En 2020, Batalla a orillas de un río (en torno a 1468) de Paolo Uccello salió a subasta en Sotheby’s [3] con un precio estimado en 600,000 – 800,000 libras y con un trasfondo un tanto oscuro. En 1942, su propietario, Friedrich Gutmann, coleccionista perteneciente a una familia de banqueros judíos, se vio obligado a vender la pintura a uno de los marchantes de arte de Hitler, Julius Böhler. Posteriormente, Gutmann fue asesinado en el campo de Theresienstadt y su esposa, Louise, en Auschwitz. Los actuales dueños de la pieza, una familia italiana, se enteraron recientemente de su procedencia y decidieron venderla en una subasta como parte de un acuerdo de conciliación con los herederos de los Gutmann. Finalmente, la pintura de Uccello alcanzó los 2 millones de libras (2,4 millones con impuestos), un nuevo récord que pulverizó la cotización anterior alcanzada por el artista en subasta: 157.250 libras en 2008.
Pero la atracción del mercado del arte por el Renacimiento no se deja notar solo en las subastas más clásicas y mediáticas. Recientemente, la editorial Callaway Arts and Entertaiment [4], en colaboración con los Museos Vaticanos y la editorial italiana Scripta Maneant, ha publicado un libro sobre la Capilla Sixtina de Miguel Ángel [5] y lo ha puesto a la venta por el módico precio de 18.000 euros. Sus autores han pasado cinco años, más de lo que necesitó el propio artista para terminar su obra, tomando más de 270.000 fotografía digitales en alta resolución para ofrecer cada detalle de todos los fresco de la sala del Vaticano a escala real.
El resultado es una edición de tres volúmenes que suman 822 páginas con impresiones en láminas de plata, oro y platino y encuadernada en tapas de seda. La tirada ha sido reducida: 1.999 copias en total, de las cuales 1.000 son en italiano, 600 en inglés y el resto en polaco y ruso. Como afirman desde la editorial: “Si lo ubicas en el ámbito de las cosas únicas, o si lo pones en el contexto del mercado del arte, 18.000 euros no es una obra de arte cara”. Y no les falta razón si se tienen en cuenta las cifras anteriores. Tendremos que esperar unos días para ver si la tendencia se mantiene y el Botticelli en cuestión consigue entrar en el selecto club de obras subastadas por encima de los 100 millones de dólares.