Pese a estos signos para la cautela, algunas de las galerías más grandes informaron de un breve estallido de ventas de hasta siete cifras en las primeras dos horas tras la inauguración de la feria el pasado martes, si bien es cierto que gran parte de estas obras a menudo se venden por adelantado y en la propia feria tan solo terminan de rematarse.
Ese primer día se vendieron obras como una pintura de Andy Warhol de 1964, Flower, por 3,8 millones de dólares en la galería Pace; un nuevo lienzo de Mark Bradford por 2,5 millones y un Philip Guston de 1979 por aproximadamente 7 millones en Hauser & Wirth (según los informes, esta última galería acumulaba hasta 18 millones de dólares en ventas al mediodía de la jornada inaugural).
Estrategias
Gagosian vendió un puñado de obras que superaron el millón de dólares, aunque la mayoría oscilaron entre los 300.000 y 500.000, incluida la obra Jaws (2020), de la joven Anna Weyant. Parece confirmarse así la carrera meteórica que ha comenzado esta artista, quien recientemente vendió en Sotheby’s Falling Woman por 1,6 millones de dólares. Resulta aún más llamativo si, además, tenemos en cuenta que se trata de la artista más joven que jamás ha representado Gagosian, que se codea ahora con artistas tan veteranos como Currin, Theaster Gates o Michael Heizer.
Weyant, cuyo trabajo se hizo popular a través de Instagram, ha sido descrita por The Wall Street Journal como la «Botticelli millennial«. Conocida por mostrar en su obra influencias de la Edad de Oro holandesa, esta artista combina de manera experta elementos históricos con la cultura popular contemporánea.
Pero esta no es la única maniobra sorprendente de Gagosian, la galería más grande del mundo, que parece haber acudido a Miami dispuesta a jugar bien sus cartas. En esta edición ha presentado obra del artista ghanés Amoako Boafo, quien hace tres años fue la gran revelación en la Miami Art Week con la marchante Mariane Ibrahim, vendiendo absolutamente todos las obras de un stand individual. En esta ocasión, Gagosian muestra solo una pintura de Boafo, Brides Reflection (2021), en un gesto que visibiliza su relación con el artista mientras prepara la exposición individual que le dedicará en su sede de Madison Avenue en marzo de 2023. Al respecto, el director de operaciones de Gagosian, Andrew Fabricant, se ha apresurado a señalar que por ahora la galería no representa a Boafo: «La idea era: tengamos una cita antes de casarnos». Veremos cuál es el anuncio cuando clausuren la exposición neoyorquina.
Además, la galería también está estrenando obra de otro artista: una pintura apropiadamente tropical (una palmera de dos metros de altura). Se trata de Sin título (2022), del belga Harold Ancart, quien se unió a la lista de artistas de Gagosian en julio pasado. Lo interesante es que, igual que el trabajo de Boafo, el de Ancart también se vendió por adelantado y es, asimismo, un anticipo de la que será su primera individual con la galería, prevista para mayo de 2023 en una de las ubicaciones de Gagosian en Chelsea, en Nueva York.
Divergencias
En el extremo opuesto del mercado la perspectiva es más desalentadora. Sibylle Friche, socia de la galería Document de Chicago, afirmó ver «más cautela de aquellos coleccionistas que en el pasado podrían haber sido un poco más impulsivos». A pesar de los precios más bajos en su stand (entre 2.000 y 35.000 dólares) y la decisión de traer obras más pequeñas y más fáciles de transportar aseguró que «no se vende en volúmenes de años anteriores, cuando había un flujo constante de personas». No obstante, al cierre del segundo día ya había vendido el 60% de las obras que presentaba, principalmente a estadounidenses y europeos.
De todas formas hay que tener en cuenta que los precios de Miami nunca han igualado los de la feria insignia de Art Basel en Suiza. Y también hay que considerar las estrategias a medio plazo. Así, en respuesta a las cifras más reservadas que se informaron este año, un marchante explica: «La mayoría de las galerías jugaron a lo seguro. Si alguien ve que se forman nubarrones, entonces retendrá parte de sus obras más valiosas para un día lluvioso”. Aunque, como afirma el marchante estadounidense Sean Kelly: «A nuestro nivel, el mercado está tan probado o curtido como podría estarlo cualquier otro» y califica esta edición de la feria como muy buena en términos de ventas: «Ha ido mejor de lo esperado».
Sea como fuere, la divergencia de opiniones parece indicar que Miami Beach-Art Basel podría resultar para algunas galerías la guinda para cerrar un buen año; para otras, en cambio, ha sido un salvavidas muy necesario.