Los que hemos tenido la suerte de encontrar refugio en uno de los sopalmos del Levante almeriense hemos podido disfrutar del sueño de alguna noche de verano gracias al fármaco músico-terapéutico contra los vientos y mareos de la peste que ha sabido formular María Flores (Salinas) en su mágica botica-taberna del AKU-AKU [1].
Por aquí han pasado, una vez más, Jorge Pardo, Tino de Geraldo y Carles Benavent; aquí, en el lugar más cercano a las estrellas de todo el Mediterráneo, se han oído las guitarras de Pepe Habichuela, Niño Josele y José el del Tomate; hasta aquí ha llegado, entre otras, la voz de Madeleine Bell.
Sin embargo, la gran sorpresa de este año vino con la última luna llena del verano y el espectáculo Literakuna, en el que se dieron cita la literatura de viajes, con la presentación del libro, en dos tomos, Las sandalias aladas de Hermes [2] y una selección de textos acerca del viaje imaginario en busca de lo otro, del viaje migratorio y su mochila de esperanza y del viaje como metáfora de la vida, y la música del grupo Zaouia (su nombre hace referencia a “la casa donde se espera y acoge al viajero, el lugar de encuentro”), que hizo un recorrido musical por las músicas de “aquí y allí”, con ritmos y melodías que entrecruzan lenguas y sentires, y que llevan en su genética y epigenética las hebras del ADN de la mezcla y el mestizaje musical.
Hubo momentos realmente mágicos mientras la luna iba perdiendo los rayos solares y plateando el mar de El Cantal. Y es que la voz de Blanca Paloma es clara y limpia como el agua de manantial, profunda como la mina que la alumbra, pero, cuando uno la bebe, aprecia que, lejos de ser incolora, inodora e insípida, tiene ese regusto de las músicas de raíz, olores que van desde el poema musicado (Sor Juana Inés de la Cruz, Federico García Lorca…) a la zambra, pasando por los perfumes que traen en el aire una tarara, una petenera, una bulería o una toná de la luna, y muestra los diferentes colores de su voz flamenca, árabe y latina.
Blanca Paloma transita por los caminos de Silvia Pérez Cruz, pero ella ha sabido abrir nuevas veredas, en las que perderse supone un auténtico placer para los sentidos. Que sea licenciada en Bellas Artes y especialista en escenografía se aprecia por el gusto de la puesta en escena de cada una de sus interpretaciones.
Siempre que puede, Blanca Paloma se hace acompañar, como en esta ocasión, de Jerónimo Maya, un auténtico genio de la guitarra, descendiente directo del legendario Ramón Montoya. Jero comenzó su carrera musical a los cinco años y enseguida empezó a ser reconocido como un “niño prodigio” por la comunidad flamenca. Su toque virtuoso, impregnado de una fuerte personalidad, sus complejas armonías y su singular concepción musical le han convertido en un auténtico adelantado a su tiempo, y también le han permitido acompañar a artistas de la talla de Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Sabicas, Diego el Cigala, Chano Lobato, Estrella Morente y Ricardo Losada, El Yunque, entre otros.
Zaouia lo completan en la mayoría de las ocasiones: El Hassane Lahjari, un joven músico, cantante e intérprete nacido en Essaouira, curtido en escenarios de todo el mundo y participante en numerosos festivales nacionales e internacionales; el también marroquí Mohammed el Bouzidi Aguergour, un maestro del gembri, instrumento de cuerda y percusión principal para el género gnawa, estilo musical de reminiscencias subsaharianas, y Ana Ola González Orero, saxo alto, de toque tan gustoso como la selección de sus textos literarios.
La última noche de luna llena del verano Aku-Aku y Zaouia tuvieron el mismo significado: casa de acogida, lugar de encuentro, en el que aliviar este dolor incierto que nos reúma la vida desde hace ya una eternidad de seis meses.
Durante el confinamiento, cada atardecer, Blanca Paloma hacía salir a las ventanas de sus casas a los vecinos de la Ronda de Segovia y alrededores, en el madrileño barrio de la Arganzuela; cada atardecer, les obsequiaba con una interpretación distinta para adentrarse en la incertidumbre de la noche con algo más de confianza; cada atardecer los aplausos eran más prolongados.
Hace unos días, los vecinos y visitantes de Mojácar han tenido a su alcance el sueño de una noche de verano. Si en algún otro rincón de España tienen la oportunidad de ver actuar a Blanca Paloma y su grupo Zaouia, no se lo pierdan: es un espectáculo que beneficia seriamente la salud.