El instrumento fue construido en 1590 en Núremberg por Lorenz Hauslaib y lleva 400 años sin sonar. Ahora, después de 20 años de restauración en el Museo de la Música, se ha conseguido reconstruir la parte malograda del clavicémbalo con piezas originales y se podrá volver a escuchar tal como sonaba en la época en que fue construido.
Este claviórgano es una pieza única de valor incalculable con una sonoridad especial gracias a la articulación al mismo tiempo del teclado del clavicémbalo y el del órgano.
Fue construido a petición de Baltasar de Zúñiga, un noble español al servicio de los reyes Felipe III y Felipe IV. Tiene forma de mueble y está hecho de caparazón de tortuga de carey con ornamentaciones de plata y oro en los tiradores de los cajones, lo que demuestra la ostentación tecnológica y social en la corte y la aristocracia españolas de los siglos XVI y XVII.
Pocos ejemplares
Sólo existen dos ejemplares similares en todo el mundo. Uno se encuentran en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York y el otro en el Museo Glinka de Moscú. Estos dos ejemplares no están en funcionamiento, pero han servido para ayudar a la reconstrucción del claviórgano Hauslaib, restaurado por el especialista en teclados Joan Martí y el taller del organista Gerhard Grenzing.
El claviórgano Hauslaib se presentará el domingo 28 de abril a las 12.00 h con un concierto a cargo del organista Andrés Cea Galán, especialista en instrumentos históricos de teclado, y estará expuesto de forma permanente en el Museo. También se ha editado un ebook que recoge la documentación histórica sobre el mismo con cinco audiovisuales distintos.
Este instrumento era uno de los más valorados y de los más habituales en los salones aristocráticos de los siglos XVI y XVII, con una presencia especialmente intensa en las penínsulas ibérica e italiana.
La singularidad del sonido proviene de la articulación sincronizada entre el teclado del clavicémbalo (o espineta) y el del órgano, produciendo un timbre que junta el ataque preciso de cuerda pulsada con la sonoridad continua de los tubos del órgano.
Se han conservado muy pocos ejemplares de época y la mayoría en un estado que no permite de ninguna forma la recuperación sonora.
Un caso excepcional
Según los datos que maneja el Museo, de los claviórganos del siglo XVI conservados (entre siete y ocho), probablemente el claviórgano de Lorenz Hauslaib es un caso extraordinario de recuperación de unas condiciones de uso perfectos, y lo hace a partir de gran parte de los materiales originales con que fue construido en Núremberg en la década del 1590.
La recuperación más importante ha sido la espineta, rehecha gracias a las informaciones proporcionadas por el conservador del instrumento en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Por supuesto, no habría sido posible sin los esfuerzos de Joan Martí.