Las bulerías, las soleás, las cartageneras y los fandangos se unen en esta ocasión a músicas tradicionales de otros países gracias al espectáculo que trae Arcángel con el flautista búlgaro Theodosii Spassov (13 de junio en los Teatros del Canal) o el que ofrecerá Antonio Carmona con el cantante argentino-israelí Pavlo Rosenberg (14 de junio en el mismo lugar), que él mismo ha definido como «muy mediterráneo».
Habrá tiempo también para los versos profundos y ‘sentíos‘ de Valderrama y Antonio García Barbéito (el 15 de junio en el Teatro de La Abadía) y para el cante jondo con la gran dama del flamenco Carmen Linares (también el 15 en los Teatros del Canal).
El gran momento de Arcángel
El cantaor de Huelva Arcángel consiguió en el Auditorio Nacional hace tan solo dos meses un lleno absoluto y ahora vuelve a la capital con un espectáculo nuevo, como siempre innovador y un tanto atrevido. El onubense tiene «mal asiento». O eso dice. De ahí que le guste investigar y curiosear en las tradiciones musicales antiguas y también en la de otros países y culturas.
«No es que uno ande buscando a ver si encuentra la tecla que suena. Escucho algo que me gusta y si tengo la suerte de encontrar a alguien que me proporcione cómo llegar hasta eso intento ponerme al servicio de ello. Eso sí, me gusta el flamenco por encima de todo. Lo respeto y lo ejecuto, pero también tengo la necesidad de mostrarme en otras facetas», afirma.
El estigma de la fusión
Se siente libre y da gracias a los maestros por haberle precisamente infundado ese sentimiento. De eso, de la libertad, va un poco Arcángel & ‘Bratimene’, el espectáculo que ofrecerá este jueves junto con Theodosii Spassov. Se trata de una creación de la Bienal de Flamenco Países Bajos y que por primera vez se verá en España.
«Se trata de hacer una fusión, una palabra que a mí me encanta a pesar de lo estigmatizada que está. Es una forma de ahondar en las músicas búlgaras a la vez que en el flamenco, ya que tienen mucho que ver», señala.
Hablando con él sobre flamenco, sobre la situación actual y sobre esa estigmatización de la fusión, Arcángel reconoce que «muchas veces, y no sólo en el flamenco, se ha vendido la palabra fusión simplemente para justificar que se está haciendo algo con músicos que provienen de otras disciplinas. Para mí no es un estigma porque siempre que he intentado fusionar he intentado ir desde la raíz de la música buscando los puntos en común. Nunca me he planteado espectáculos en los cuales la dinámica sea yo toco y tú me escuchas, luego tú tocas y yo te escucho, y al final tocamos dos temas juntos para justificar que tenemos que cobrar y vender el espectáculo».
«El flamenco nació de la pobreza»
Juan Verdú, director de Suma Flamenca, afirmaba en la presentación de esta serie de conciertos, en relación con la situación económica que vive España, que el «flamenco no sabe de crisis porque nació de la pobreza» y «a los artistas flamencos esta situación precaria no les asusta porque están acostumbrados a vivir en ella».
Arcángel va un poco más allá: «El flamenco necesitaría primero de un país que lo apoyara en bloque. Cosa complicada, porque hemos pasado en poco tiempo de que la subvención fuera la panacea a que ahora sea el diablo. Además, siempre estamos en una contradicción, desde las instituciones públicas, que tienen una responsabilidad en ello, pero también desde los propios profesionales, porque somos a veces un poco reticentes a que el flamenco se exporte. Muchas veces quizá por cuestión de complejo y otras por ignorancia, ya que todavía hay personas que no entienden cómo se puede escuchar una soleá en el extranjero y que les guste y emocione».
El cantaor afirmaba también que cree que hay que ser consciente de que es una música que transmite muchísimo, pero que también provoca rechazo. «Es verdad que es un rechazo que se produce por una falta de entendimiento o de mala exposición por parte de los profesionales. Deberíamos crear una estructura con la que sea posible exportar el flamenco igual que se exporta el aceite u otros productos. Tenemos suerte de que haya sido declarado Patrimonio de la Humanidad y podríamos aprovecharlo. Además es la única música del mundo que mejor que nosotros no la hace nadie».