Sexy sí. Sanador también. Fernando Trueba, que le dio un papel fundamental en aquella hermosa carta de amor al jazz que fue su película Calle 54 (2000), elogió las bondades terapéuticas del sonido enérgico y contagioso de su instrumento. “Los discos de Paquito me han ahorrado una cantidad enorme de dinero en vitaminas. Su música te pone en órbita sin necesidad de drogas de ningún tipo”.
Su sólida formación clásica le permitió hacer en San Lorenzo grandes lecturas de piezas canónicas de Falla, Albéniz y Joaquín Rodrigo. Pero para escuchar al coloso del saxo, al mejor Paquito, hay que acudir a alguno de sus temas clásicos, como esa Claudia que compuso su amigo Chucho Valdés.
La relación de Paquito con los Valdés no puede ser más provechosa para los amantes de la buena música. Chucho y Paquito protagonizaron la etapa más legendaria del gran grupo cubano Irakere. Luego, cuando el padre de Chucho, Bebo, se exilió a Suecia e iba cayendo en el olvido, Paquito le produjo el disco de su redescubrimiento, esa joya inmarchitable titulada Bebo rides again (1995).
Hace unos años Claudia volvió a juntar Chucho y Paquito en un concierto del primero, dos niños prodigio camino hoy de los ochenta años. Un trío inolvidable para todos los públicos.