Mal que le pese al gran Justin Timberlake, no es él el heredero al trono que dejó vacante Michael Jackson un día de finales de junio de hace ya nueve años. Kanye West no solo se postula desde hace tiempo para coronarse como el nuevo King of Pop por la calidad de su trabajo y por su reinado casi absoluto en términos de ventas e influencia en el ámbito de la siempre excitante música negra; como el difunto cantante de los Jackson Five, West también parece tener un don para acaparar más titulares extra-musicales que ninguna otra estrella del showbusiness.
No se blanquea la piel ni tiene amistades potencialmente problemáticas pero comparte techo con la celebrity más celebrity entre las celebrities y suelta a diario casi más memeces que su admirado Donald Trump. Hace unas semanas sacó por sorpresa un disco fabuloso con tanto nivel como escasa duración. Temas como este extraño y seductor Ghost Town transparentan sus legítimas intenciones: un fraseo más soulero que rapero con vistas a llegar a un público cada vez más amplio y rendido a sus pies. Como hacen los reyes.