Aquel tipo esmirriado con gafas de pasta y voz rasposa nos convenció al instante de que su chica hacía milagros, que a su vera en los días nublados brillaba el sol y dejaba de interesarte el dinero o la fama porque no había nada comparable al modo en que ella te hacía flotar.
My girl es una de las mil maravillas que salieron de aquella fábrica de éxitos que fue la Motown en los años sesenta. Pinchar My girl es el camino más corto para explicar a un extraterrestre qué es el soul. Basta una sola escucha para que quede registrada en tu disco duro para siempre. Pocas canciones -quizá con Dock of the Bay de Otis Redding- te hacen salivar al escuchar sus primeros segundos como sucede en este caso con la entrada inicial del bajo.
Smokey Robinson compuso el tema pensando en Ruffin. Años después un jovencísimo Michael Jackson la incluyó en uno de sus primeros discos en solitario; curiosamente lo hizo casi al mismo tiempo en que Ruffin, ya fuera de los Temptations a los cuales abandonó en 1968, grabó un número 1 de los Jackson Five: I want you back.
En algún sitio alguien escribió algo muy cierto de nuestro hombre: que sus cuerdas vocales parecían estar siempre, en cualquier momento, a punto de romperse en mil pedazos.
La de Ruffin no es una historia con final feliz fuera de los Temptations. Se le fue la mano con la cocaína y nos dejó de forma prematura a los cincuenta años de edad. Su breve discografía concluye una cuentas joyas (My whole world ended, Who am I?, David) pero es poco o nada conocida por el gran público, ese mismo público que disfruta y sonríe cada vez que escucha eso de I’ve got sunshine on a cloudy day.
Smokey Robinson contó que la chica de la canción no está inspirada en su esposa ni en nadie en concreto. Ella es y será siempre la chica de Ruffin y la de cualquiera que haya estado alguna vez enamorado.