La estrella del hip hop inglés tiene clase y se mueve a gusto entre sonidos elegantes con sus justas gotas de jazz y de soul para otorgar calidez a sus composiciones. Una manera de contar y cantar marcada por su condición de hijo de padre negro al que apenas conoció, criado con familia blanca, que creció con dislexia y déficit de atención, etc.
Tras el hito que supuso su celebrada ópera prima –Yesterday’s gone– hace un par de años, acabar de sacar No waving, but drowning y mantiene el nivel, que ya era bien alto. Puede que, al menos de entrada, los aficionados al rap más ortodoxo perciban a Carner como un tipo a medio hacer y pasen de largo. Ellos se lo pierden.