Cuesta al principio quedarse con su nombre y no confundirlo con el de algún autor de manga. Detrás de Mitski Miyawaki hay una joven cantautora nacida en 1990 de padre americano y madre japonesa que por motivos familiares se pasó la adolescencia saltando de un país a otro casi con el cambio de estación. Poco tiempo para hacer amigos y adquirir habilidades sociales, y demasiado para darle vueltas a las cosas, sobre todo a las relaciones amorosas. De ahí que sus neuras sentimentales y sus motivos para estar triste atraviesen muchas canciones de sus cinco discos.
El último, Be my cowboy, ha llegado este verano con mucha personalidad propia y un pelotazo en toda regla titulado Nobody que, a diferencia del resto del álbum, enamora a la primera; aliento épico, guitarreo irresistible y voz expansiva para incitar al baile mientras expresa deseos de amor (alguien a su vera que la salve, la quiera y la bese como se besa en las películas buenas) pero también se da gritos de ánimo para sobreponerse si los deseos no se cumplen y nadie, absolutamente nadie más que uno mismo, está ahí para echar una mano.