A Gerard Mortier le brillan los ojos cuando habla de esta ópera. Es su visión, su idea, su magna creación… y está a punto de realizarse. Para él, la obra tiene unos paralelismos muy interesantes con Tristán e Isolda de Wagner. En un principio pensó llevarla a Nueva York, ya que creía que estaba más indicada para el público estadounidense. Esa fue su idea hasta que coincidió con la escritora de la novela, la ganadora de un Pulizter Annie Proulx (Connecticut, 1935). Cuando habló con ella entendió que la historia que él creía americana era en realidad una historia universal de amor incomprendido, precisamente al mismo estilo que Tristán e Isolda de Wagner (que también podrán ver los madrileños esta temporada en el Teatro Real).
La historia de Proulx llegó al cine en 1995 con una película homónima dirigida por Ang Lee que obtuvo gran reconocimiento del público e importantes premios. Sin embargo, la autora hizo pública su disconformidad con algunos de sus enfoques. Para Mortier, por ejemplo, «la película no muestra que la relación entre los protagonistas dura 25 años, algo esencial en la historia, y tampoco que uno de los protagonistas es claramente homófobo». Sobre todo, Brokeback Montain es para Mortier una obra que muestra una gran pasión: «No sólo sexo, es una historia de pasión».
Titus Engel, que ya dirgió La página en blanco de Pilar Jurado en el coliseo madrilelo, se encarga de la dirección musical y también acaba de llegar para comenzar los ensayos. Por su parte, el director belga Ivo van Hove debutará en el Real con la puesta en escena. En estos días se llevarán a cabo siete lecturas de la partitura y cinco sesiones de grabación. El reparto está encabezado por Tom Randel en el papel de Jack y por Daniel Okulitch en el de Ennis.
Wuorinen y su obra
Wuorinen acaba de cumplir 75 años, pertenece (según le ha definido Mortier) al grupo de compositores estadounidenses cercano a la escuela europea y en especial a la de Viena, ya que es heredero de Arnold Schoenberg y de Alban Berg. Vive en Nueva York y ha compuesto más de 270 obras, la mayoría música de cámara y sinfónica.
Wuorinen, en tono algo comedido, dice no saber si su música continúa en realidad con la de Alban Berg. Desde su punto de vista es importante mantener la tradición de la composición europea, que es lo que han hecho siempre los compositores estadounidenses. Sin embargo afirma que algunos aspectos de su forma de componer pueden que no pertenezcan tanto a esta tradición, ya que no aparecen directamente en la partitura escrita. Esto se debe, según sus palabras, a que el lenguaje rítmico que emplea es relativamente distinto al utilizado en las partituras europeas por la influencia del jazz y otros estilos propiamente americanos.
«Cuando se empezó a difundir que iba a componer esta ópera, mucha gente me preguntó si iba a recurrir al lenguaje musical del western, del country, y dije que nada más lejos de mi intención porque odio los pastiches», afirma el creador. De hecho, confiesa que «esta obra requiere de un lenguaje más amplio, por lo que no hay ningún color local en mi composición».
Los detalles
Wuorinen había visto la película y no conocía la obra. Cuando leyó la historia se dio cuenta de que era bastante diferente a la película y por eso quiso que fuera la propia Annie Proulx quien escribiera el libreto. «Creo que lo ha hecho de forma extraordinaria, teniendo en cuenta que nunca antes ha hecho algo parecido. Su estilo es muy conciso y en este ópera no hay una palabra de más».
El compositor estadounidense, a diferencia de Mortier, no pensó en Tristán e Isolda en ningún momento a la hora de componer. «Esta historia es mucho más corta, aunque sin duda comparten la universalidad del tema y el hecho de que la gente de su entorno y de su momento no entiende esa pasión».
«Brokeback Mountain y sus dos personajes principales están situados en un lugar y en un tiempo determinado (1963-1983) y eso es importante para entender la historia. Sus protagonistas están lejos de ser sofisticados, no tienen amplios horizontes y no entienden lo que les está pasando, por lo que no pueden irse porque no existe esta posibilidad en sus cosmos. Todo está constreñido porque no conocen o no se les ocurren otras posibilidades», señala.
Actos y personajes
La ópera se divide en dos actos con 11 escenas cada uno. El primer acto llega hasta la separación entre los protagonistas con la perspectiva de un encuentro. El segundo vuelve cuatro años más tarde y va hasta la muerte de Ennis y el monólogo final de Jack.
«El papel de Ennis es muy especial. Al principio de la ópera es incapaz de expresarse. Casi no puede hablar. Luego va creciendo poco a poco, pero sólo es al final, después de la muerte de Jack, cuando acepta todo. Sin embargo, ya es demasiado tarde y esa es la tragedia de la ópera», relata Wuorinen.
«Una diferencia importante con la película es que ésta es un poco sentimental y la ópera no lo es», continúa. «Por otro lado, Brokeback Mountain es un lugar ficticio ambientado en las montañas de Wyoming, Estados Unidos. Es un lugar peligroso y la película no lo refleja en absoluto. Esto sí se intenta reflejar en el libreto de la ópera ya que es algo importante. Las características del lugar configuran la forma de ser de las personas que viven en él». Por eso, para reflejar esas montañas, un equipo del Teatro Real viajó a Wyoming y grabó un vídeo con toda esa naturaleza que formará parte de la escenografía. Ésta aparecerá en el primer acto de la ópera y contará con una iluminación cercana al 3D, según Mortier.
Coro
Brokeback Mountain contará también con un coro formado por 16 integrantes que sólo aparecerá en la parte final y de forma breve. Éste hace de eco al dolor y al pesar de Ennis cuando descubre que Jack ha muerto. Son un grupo de lugareños que repiten y se burlan de las frases de Ennis. Amplifican de alguna forma su dolor.
Además de la pareja protagonista, aparecen otros personajes menores y uno de ellos no está en la novela original. Se trata de una mujer con una actuación fugaz que se introduce para dar color y liberar un poco a la ópera en la que están muy presentes los personajes masculinos.
Los protagonistas se mueven en una tonalidad personal característica. En el caso de Ennis, Si menor, mientras que Jack lo hace en Do sostenido menor. Durante la ópera, con una partitura muy construida, estas tonalidades se encuentran. «En efecto, estamos ante una partirtura muy pensada, muy estructurada», afirma Mortier.
Para Wuorinen, haber compuesto Brokeback Mountain tiene un fin claro: «Divertirme, aunque reconozco que también en parte es horrible. Siempre hay un conflicto entre la dificultad y la gratificación que recibe el compositor al realizar una obra de estas características».