Beczala se muestra emocionado por volver a Madrid después de cuatro años y, además, hacerlo para cantar al que ha llamado el ‘patrón de los tenores’. «El 80% de estas piezas fueron las piezas que cantó Kraus, a quien cuando empecé a cantar lo consideraba el tenor lírico más grande de su generación. Luego hay tres, que son la de E luceban le stelle, de Tosca; Di tu se fedele, de Un ballo in maschera, y una pequeña pieza polaca de La Casa Embrujada, que Alfredo podía haber cantado perfectamente aunque no lo hizo. «Bueno, en realidad sí cantó el aria de Tosca, y de hecho fue una de sus primeras grabaciones, pero luego dejó de cantarla», ha matizado.
El programa tiene toda la coherencia narrativa que Beczala siempre intenta impregnar en sus recitales y en sus grabaciones.
Recordando a Kraus
Joan Matabosh, director artístico del Real, insiste mucho en el carácter conmemorativo de esta velada: «No estamos haciendo ningún homenaje a nadie. Estamos conmemorando el 15 aniversario. El Teatro Real le debe un homenaje a Alfredo Kraus, pero ésto no lo es. Este es un acto de exorcismo de cara a que en el futuro el Teatro le pueda hacer el homenaje que le debe. En cualquier caso quiero agradecer a Piotr Beczala la generosidad que ha tenido».
Cuenta Beczala que su historia con Alfredo Kraus viene de largo, a pesar de que nunca se conocieron en persona. En una ocasión, cuando era estudiante, el polaco leyó una entrevista en la que Kraus decía que si un tenor no podía dominar las notas altas nunca tendría éxito. Él por entonces todavía era un tenor corto, así que empezó a darle vueltas al tema y a analizar cómo cantaba Kraus.
«Tenores con esos rasgos técnicos casi no existen actualmente porque Kraus sacrificó su vida para el canto. No lo conocí en persona, pero viendo sus grabaciones y sus películas me dejó desde el principio una gran impresión. Intenté seguir ese cuidado técnico, esa búsqueda constante de soluciones, ese algo especial…, ya que un tenor lírico no es solamente la voz, es el arte de cantar. Los tenores actuales, en cambio, no tienen ni el tiempo ni la paciencia para buscar esas soluciones técnicas que él integraba. No se trata de hacer muchos papeles, sino de hacerlos realmente bien. No se trata de la cantidad, sino de la calidad. Eso es lo que intento hacer en mi trayectoria. Siempre tengo esas palabras suyas guardadas, de quien se decía que era el último tenore di grazia«, recuerda el cantante polaco.
«Cada uno tiene que construir su voz»
Beczala es de los que piensan que cada uno debe buscar sus propias soluciones a los problemas técnicos de su voz, y por eso ha evitado desde el principio ir a masterclass de ‘tenores famosos’. «Tengo un coach de voz desde que empecé con el que trabajo y trato de asumir mis características vocales. Creo que tres días de clase magistral no bastan para paliar un problema. Además, lo más fácil sería copiar la forma de cantar de esa persona, que es lo que tienden a hacer los estudiantes, y desde luego, esa no es la solución. Ésta pasa por dedicar el tiempo y trabajo en buscar una solución real. Cada uno tiene que construir su voz de la misma manera que se monta un motor. No se trata de copiar la forma en la que otro cantante ha resuelto sus problemas porque cada uno tiene una fisonomía y hacer eso puede acabar con tu voz», explica.
Como ejemplo, su propia voz, que reconoce como muy diferente a la de Kraus. «Mi resonancia es más de cuerpo que de cabeza, por lo que Tosca encaja muy bien en mi voz. Todo el repertorio es muy interesante. Creo que cada cantante tiene que buscar sus propias soluciones. Si un papel encaja en tu voz, si te sientes a gusto, cántalo; y si no, evítalo». Tampoco considera que se parezca a Plácido Domingo, porque entre Alfredo Kraus, que hizo unos 20 o 25 roles en toda su carrera, y Plácido Domingo, que lleva ya el récord de 147, «hay un punto intermedio que cualquier tenor puede ocupar».
«Yo he cantado entre 50 y 60 roles quizás porque soy polaco y vivo en Alemania, así que puedo cantar en lenguas eslavas, en ruso, en alemán… En cambio Kraus se concentró en la música en francés y en italiano, en el bel canto. Yo siento que no tengo que romper ningún récord. Cada uno construye su carrera como elige y lo que hay evitar es cantar mal».
Próximos proyectos
Con la agenda repleta para los próximos años, en los dos siguientes tiene previsto retomar Werther y debutar con Lohengrin. Precisamente el primero es uno de sus papeles favoritos: «Lo he estado cantando durante 20 o 21 años, lo había aparcado durante los últimos cinco, pero justo ahora tengo tres producciones ante mí. La primera en Salzburgo, la segunda en Barcelona, y luego otra en París. Cuando estaba preparando mi primer papel de Werther cayó en mis manos una grabación de Alfredo Kraus y me pareció increíble. De hecho tiene gran importancia en el desarrollo de mi carrera como cantante».
En cuanto a Wagner, el tenor ha reconocido que abordar papeles del compositor alemán lo cambia todo para un tenor ligero y que no va a interpretar todo su repertorio, sino simplemente este único rol porque está muy cerca del tenor lírico y es el más cercano a su estilo. «Cuando un tenor de estas características aborda muchos papeles de Wagner tiene que saber que eso tiene un efecto en su voz y se vuelve dura, pierde flexibilidad… Por eso, por el momento en el que estoy en mi carrera, no voy a ir por esa vía y voy a sopesar muy cuidadosamente los papeles. Creo que deben afrontarse con inteligencia».
La Scala
Tras los abucheos del año pasado en el Teatro alla Scala de Milán, con rifirrafe a lo grande incluido, por el que el cantante declaró que no volvería al teatro italiano nunca más, el tenor ahora ha afimado que sí, que probablemente vuelva a cantar sobre sus tablas más adelante. «El problema de la Scala es más profundo que las 15 personas que abuchean desde el gallinero», ha afirmado. «El problema es de toda la ópera. Están un poco locos y alguien tiene que ir y poner un poco de orden. Todo el mundo tiene que amar su trabajo y respetar el trabajo del otro. Es lo que yo espero. Si siento que la gente que me rodea no se preocupa por mi trabajo, francamente no me interesa. No quiere decir que no vaya a volver. Espero que el señor Alexander Pereira ponga orden porque este teatro es como los coches italianos, muy bonitos, pero que no funcionan muy bien».
Por otro lado, Beczala ha reconocido que se encuentra en una situación privilegiada porque cada mes recibe sobre su mesa seis producciones diferentes de las que elige una. Sabe, además, que los jóvenes cantantes no tienen esa suerte y no tienen opción. «La ópera tan moderna, tan rompedora, termina siendo como el cine de efectos especiales… La ópera es un arte elevado y no hay que explicarle al público hasta el último detalle, hay que dejar que imagine y no subestimar su inteligencia. Espero que se consiga un equilibrio entre esa modernidad, esa locura actual, y la tradición. No es que esté en contra de la modernidad de la ópera, simplemente creo que debe haber un balance. Espero que el señor Matabosh lo consiga en Madrid».