La historia narra como un pastor protestante (Stiffelio), de regreso al hogar tras un viaje, descubre que su mujer (Lina) le ha sido infiel con un noble del lugar (Raffaelle). El padre de Lina (Stankar) intenta mantener esta relación prohibida en secreto. Cuando el pastor comprende la situación, entra en una profunda crisis espiritual y en un intenso conflicto interno, que resolverá cuando finalmente perdone a su mujer en la plática dominical y delante de todos los fieles citando la frase: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Regreso del olvido
La ópera fue estrenada en Trieste en 1850 y desapareció de los escenarios rápidamente. Sobre este tema, ya en 1857, Verdi compuso Aroldo, encajando un nuevo libreto y rescatando algunas partes de la partitura. Stiffelio permaneció en el olvido hasta 1960, pero, en mi opinión, fueron las representaciones que tuvieron lugar en su estreno en el Met en noviembre de 1993, con la presencia de Domingo, Sweet y Levine, lo que propició que se programara en otros teatros del mundo.
Esta crítica corresponde a la representación número 19 de Stiffelio en el Met, que conserva los decorados y la puesta en escena de las representaciones de 1993 y la reposición que se hizo en 1998. Giancarlo del Monaco presenta una producción típica del gusto del teatro de esa época, fiel a lo que está escrito y acorde con el escenario del coliseo de Nueva York, aunque quizá adolezca de algunos movimientos que intensifiquen la profundidad de los sentimientos de los protagonistas.
José Cura (Stiffelio) hace una versión de tenor de bravura adecuada para los momentos de ira del personaje, lo que se traduce en una cierta falta de refinamiento y le impide alcanzar el lirismo suficiente en los momentos en los que el pastor conserva su moderación. Su entrega total y la bravura hicieron que la acogida final fuera de ovación sin divisiones. No debían encontrarse en la sala los detractores madrileños que, dice el tenor, se organizaron en el Teatro Real de Madrid cuando cantó Il Trovatore y, que según él, le siguieron hasta Viena.
Sondra Radvanovsky (Lina) interpretó de manera eficiente y con una absoluta expresividad y voz brillante y poderosa la arrepentida esposa del pastor, a pesar de apreciarse un ligero vibrato en algún momento de sus intervenciones. Gran éxito.
Andrzej Dobber (Stankar) representó con fiabilidad y sin grandes brillos el típico papel de padre verdiano asignado a la cuerda de barítono.
La muy buena orquesta del Met fue dirigida por Plácido Domingo, con esmero y cuidado para los cantantes, lo que provocó una cierta pérdida de intensidad en la interpretación de la partitura. Tuve la suerte de asistir a una de las funciones de noviembre de 1993, con Domingo en el escenario y Levine en el foso, y el resultado era muy superior al de esta representación, pero debo hacer constar que, habiendo visto dirigir en este teatro a Baremboin, Kleiber, Maezel o Levine, entre otros muchos, nunca había escuchado una ovación como la que se tributó a Domingo.
Nueva York. Stiffelio. Metropolitan Opera House de Nueva York [1].
14 de enero de 2009.