Este no es un documental al uso. Se trata de un motor de inspiración que no se detiene en detalles banales o triviales propios del día a día, así que no esperen a Nick Cave haciendo la colada o preparando la cena. Muestra lo realmente interesante de una figura como Cave, músico de músicos, y se detiene por tanto, en el proceso creativo mientras plantea de forma transversal diferentes preguntas existenciales.
«No podemos permitirnos ser vagos»
El guión surge a partir de la lectura de sus cuadernos. En ellos, los guionistas y directores encuentran el material para empezar a trabajar: qué nos hace ser lo que somos y qué hacemos con nuestro tiempo en la tierra. A partir de esa frase crean la cita que abre la película y la estructura ficticia en torno al día número 20.000 en la vida del músico.
«Tenemos los días contados. No podemos permitirnos ser vagos. Es mejor una mala idea que ninguna idea. La creación y la composición es para mí una forma de sacar el monstruo a la superficie», dice Cave en un momento de la película. El espectador se queda atrapado en esas líneas. El artista se convierte así en inspiración pura, en motor, en chispa, en cerilla… Te sacude, te espabila, incita a la acción. Eso mismo es lo que querían conseguir sus creadores.
Creatividad
“Con 20.000 días en la tierra dejas que la otra persona sienta lo que tú sientes cuando conoces a Nick. Te inspira y te deja impresionado. Queremos que llegues al final de la película y te sientas tan entusiasmado que pienses ‘Necesito ser mejor, necesito hacer algo más’», afirman ambos. “Lo que es destacable, inspirador, lo que realmente afecta a uno sobre Nick es su cerebro, su creatividad, su habilidad para replantear y cambiar la apariencia de lo normal para convertirlo en algo vivo y en movimiento”, añade Pollard.
La relación con su padre, el miedo a perder la memoria, el tiempo y el humor, el miedo a tener un hijo o a enfrentarse a las sombras del pasado son algunos de los temas que se abordan en el documental. Entre medias vemos a Nick escribir, escribir, volver a escribir, escribir más, escribir de nuevo. Nuevamente, la lección vuelve a ser la constancia en términos absolutos.