Así explica Rosenvinge un poco más de este nuevo proyecto:
«Después de que se editara la caja recopilatoria Un caso sin resolver (Warner, 2011), la inercia parecía llevarme a ese momento en que los músicos se dedican a darse el gusto de regrabar sus clásicos (recoger la cosecha, lo llaman). Pero qué quieren que les diga, mirar hacia atrás se me da muy mal. Si meto las manos en los bolsillos, siempre encuentro nuevas semillas que mutan gracias a la experiencia y la curiosidad a partes iguales. Me es imposible negarme a tirarlas al aire a ver qué pasa.
Las circunstancias parecían alejarme del pop confesional y el formato semi-electrónico encajaba especialmente bien con la temática cuasimetafísica de las letras, que giraba alrededor de las múltiples crisis que crecían a mi alrededor, amontonándose sobre mis pequeñas crisis personales, muy serias las primeras y muy cómicas las segundas. Cuando tuve más de una decena empecé a grabar con Raül. Era junio de 2013. Enseguida se hizo patente que tenía más sentido hacerlo así, entre los dos, mano a mano y por capas, que montar una banda como había hecho otras veces. Una vez terminado, a final de verano, me pareció que un gesto rompedor como es este disco no podía publicarse bajo un esquema conservador. Así que, con la paciencia que da tener alguna cana ya, me senté a esperar que pasara por mi puerta un nuevo convoy de soñadores mientras reclutaba mi propia tropa de voluntarios, la ilustradora Paula Bonet entre ellos. Así es como he llegado a El Segell del Primavera».