Además, siendo un producto perfectamente reconocible de una época muy concreta, lo realmente llamativo –y lo que, entonces, subraya su sobresaliente valía– es que, casi cuatro décadas después, sus canciones pueden ser fácilmente ubicables en el tiempo (y hasta en el espacio geográfico) pero no han perdido un ápice de su frescura y siguen sonando absolutamente sólidas y convincentes.
Todo en Golpes Bajos era especial y diferente, comenzando, por supuesto, por la personalidad y el talento de cada uno de sus componentes, en especial los dos que pusieron en marcha el proyecto allá por 1982, Germán Coppini y Teo Cardalda.
Compañeros de colegio e infectados ambos por el bendito virus de la música pop, Coppini y Cardalda lograron una asombrosa y fértil alianza combinando el peculiar e imaginativo lirismo de uno con la refinada sensibilidad y el consistente instinto musical del otro.
En un Vigo gris y aburrido, marcado por su carácter de epicentro industrial en la zona y por la sempiterna lluvia, con escasas oportunidades para el ocio, un pequeño pero finalmente significativo sector de la juventud de los primeros años ochenta se rebelaba contra el hastío formando grupos de música, lo que convertía a su ciudad en una de las que con mayor rapidez y notoriedad respondían a lo que ya hervía a borbotones en la capital del reino.
Aunque no eran precisamente los únicos (ni tan siquiera los primeros y, desde luego, tampoco los mejores), apoyados sobre todo en Radio 3 (y en particular en el Esto no es Hawai, de Jesús Ordovás), Siniestro Total se convirtieron en la punta de lanza de la Movida gallega. Al frente del grupo, cantando pequeñas barbaridades casi pueriles guiadas mucho por un saludable pero más bien elemental sentido del humor y un poco también por un cierto ánimo provocador, estaba Germán Coppini, que poco después se revelaría como uno de los talentos más sobresalientes de la época.
Y es que, efectivamente, a Coppini se le empezó a quedar corta aquella banda de punkis desmadrados e iconoclastas que hicieron fortuna con títulos tan sutiles como Ayatollah!, Todos los ahorcados mueren empalmados, Los esqueletos no tienen pilila o (Aunque esté en el frenopático) Te tiraré del ático.
Seguía en Siniestro cuando empezó a grabar maquetas junto a Cardalda, pero aquel material nuevo era harina de otro costal. Lejos del gamberrismo militante de Siniestro, de la inmediatez, la urgencia y la espontaneidad de aquellas canciones sencillas y directas, las del nuevo dúo parecían confeccionadas a fuego lento, fruto de una elaboración mucho más pausada y reflexiva, y estaban dotadas, en fin, de un particularísimo encanto.
Algo parecido debieron pensar los miembros del jurado del concurso de maquetas que puso en marcha la revista Rock Espezial (de la que surgirían dos de las grandes cabeceras de la prensa musical de los últimos treinta y cinco años, Rock de Lux y Ruta 66), que destacaron la enviada por Golpes Bajos como la mejor entre todas las que recibieron.
Pinchada insistentemente en Radio 3, la maqueta supone toda una revelación: Golpes Bajos son hijos del punk, la nueva ola, el tecno pop, la onda siniestra, pero también del soul, el funk, la música latina y la canción italiana. Siniestro Total son una broma simpática cuya mecha prende con fuerza entre un personal con ganas de diversión. Golpes Bajos son cosa muy seria. Y también arrasan.
Ya como cuarteto (con la incorporación de Pablo Novoa a la guitarra y Luis García al bajo) son invitados por el programa de Televisión Española La Edad de Oro para actuar en directo, donde revelan otra asombrosa novedad: en la incipiente escena musical española del momento abundan las bandas interesantes, inquietas y dotadas de una sólida personalidad, pero casi todas están formadas por músicos primerizos, más esforzados que competentes. Golpes Bajos, en cambio, muestran en directo una solvencia que resulta particularmente llamativa. Eran tan originales, creativos y escasamente previsibles como el que más, pero, además, sonaban enormemente convincentes sobre el escenario.
La carrera de Golpes Bajos despega y se desarrolla al ritmo en que ocurría casi todo en aquellos primeros años ochenta: a toda pastilla. Aunque el premio del concurso de maquetas de Rock Espezial les otorgaba la posibilidad de grabar con una compañía multinacional, Nuevos Medios, uno de los sellos más exquisitos y heterogéneos de la escena independiente del momento, se hace con sus servicios y en apenas unas semanas graba y edita un glorioso primer mini álbum. A pesar de la premura con la que es registrado (cinco canciones en un solo fin de semana, algo, en cualquier caso, no tan raro en la época), el disco muestra al grupo en un momento imponente: el sonido es exuberante y heterogéneo, los arreglos audaces e imaginativos, el abanico de influencias dispar pero congruente, las letras suenan diferentes y personales, combinando sensibilidad y melancolía y, sobre todo, las canciones son brillantes, sobresaliendo especialmente dos clásicos indiscutibles de la nueva ola española: No mires a los ojos de la gente y Malos tiempos para la lírica.
A santa compaña, editado solamente unos meses más tarde, es otra obra mayúscula que, además de contener una abrumadora colección de canciones formidables, se enfrenta al reto de integrar buena parte de los sonidos e influencias de la época en la imaginería del entorno rural típicamente gallego, envite que abordan con fascinantes resultados.
Algo más esquivo, un todavía muy atinado Devocionario pone el punto final a la carrera de un grupo que dio lo mejor de sí mismo en poco más de dos años de frenética actividad, un periodo intenso y agitado que convirtió a cuatro chavalines de una ciudad de provincias en una de las bandas más brillantes y populares de su generación.
Habían colocado el listón demasiado alto y nada de lo que hicieron en los diferentes proyectos que emprendieron después de separarse, cada uno por su cuenta, llegó siquiera a aproximarse a la excelencia de Golpes Bajos.
El intento de retomar el proyecto en 1998 fue un doloroso fracaso. Grabado con profusión de recursos técnicos y con la participación de músicos de estudio de campanillas (Novoa y García no fueron invitados a la fiesta) y registrado en vídeo por Fernando León de Aranoa, Vivo es técnicamente impecable, pero apenas se atisba en él una pequeña parte de la mágica frescura de antaño.
Siniestro Total. Ayatolah!
Siniestro Total. Me pica un huevo
Golpes Bajos. Malos tiempos para la lírica
Golpes Bajos. No mires a los ojos de la gente
Golpes Bajos. Estoy enfermo
Golpes Bajos. Cena recalentada
Golpes Bajos. Come prima
Golpes Bajos. La reclusa
Golpes Bajos. La virgen loca
Golpes Bajos. Travesuras de Till
Germán Coppini y Nacho Cano. Chupito de amor
Germán Coppini. Despierta escuela