Lo recuerda –en una entrevista concedida hace unos meses al periodista de la BBC Ken Bruce– a carcajada limpia, pero en aquel momento pensó que aquello era el punto final de su carrera como músico.

Felizmente no fue así. Squeeze se han separado y vuelto a unir en varias ocasiones, y, al contrario de lo que sucede a menudo en el caso de grupos con un pasado brillante, el regreso ha sido siempre una bendición. No han vuelto –ni, seguramente, volverán– a escribir ni a grabar joyas del calibre de Cool For Cats, Argy Bargy y East Side Story, las tres auténticas obras maestras de la nueva ola británica que publicaron entre 1979 y 1981, pero se las arreglan para seguir haciendo buenos discos (varias de las canciones incluidas en el más reciente, The Knowledge, brillan como soles) y en directo siguen siendo uno de los grupos más en forma de su generación. Y es una estupenda noticia que estén preparando la celebración del cincuentenario de su formación con una extensa gira por Estados Unidos e Inglaterra en varias de cuyas escalas ya se han agotado las entradas.

Chris Difford (1954) y Glenn Tilbrook (1957) se conocieron cuando el primero puso un anuncio escrito a mano en el escaparate de una tienda de golosinas: “Letrista busca músicos para formar un grupo. Influencias: The Kinks, Lou Reed, Glenn Miller”. Solo llamó una persona, un guitarrista de quince años llamado Glenn Tilbrook.

Pocas semanas después, con la incorporación del teclista Jools Holland, el batería Paul Gunn y el bajista Harry Kakouli, nacería la mejor banda de la nueva ola británica (¿con permiso, en todo caso, de los Jam? Los Jam son palabras mayores, ciertamente, pero Squeeze atesoran una colección de canciones que, de aquella generación, tal vez solamente Elvis Costello puede superar).

El deslumbrante talento que juntaban Difford y Tilbrook los hizo rápidamente acreedores de una comparación ciertamente obvia: la prensa los recibió como los Lennon y McCartney de la nueva ola. Pero, además de evidente y facilona, la comparación no era del todo exacta. Aunque la influencia de los Beatles es evidente en muchas de sus canciones (más la de Paul McCartney que la de John Lennon), en Squeeze se aprecia aún más, por el sonido y, sobre todo, por las letras, la de Ray Davies y los Kinks. Y, en fin, ni Paul ni John escribieron jamás letras tan formidables, ingeniosas, inteligentes, sutiles y elegantes como las de Chris Difford. Hay muchas razones, desde luego, por las que merece la pena aprender inglés, pero, si uno es aficionado a la música pop, una de ellas es poder pillar las letras de las canciones de Bob Dylan, Leonard Cohen, los Kinks, Elvis Costello, Lou Reed, Elton John y otros cuantos sin tener que tirar de diccionario (o de algún traductor en línea). En esa misma lista merecen estar, y en lugar ciertamente destacado, Squeeze.

Los primeros pasos del grupo los alineaban con el entorno punk en el que surgieron. Como muchos otros grupos del momento, arrancaron publicando un Ep, Packet of Three, en un pequeño sello de su barrio del sureste de Londres, Deptford, grabado en poco tiempo y promocionado igualmente con pocos recursos y en el que sobresalía una canción llamada Cat on a Wall, potente y melódica, agresiva pero también sutil.

El sonido era ciertamente poco sofisticado, pero aquella modesta grabación, que logró vender más de 25.000 ejemplares, fue suficiente para lograr un primer contrato. Las discográficas del momento, que veían cómo los Damned, los Sex Pistols o los Clash empezaban a desbancar a las grandes estrellas de las listas de éxitos, generando un inusitado interés entre un público joven y aburrido del imperante rock progresivo, estaban ávidas de grupos jóvenes y alternativos con los que incorporarse a la transición que marcaría el que probablemente fue el último gran cambio de rumbo en la música popular. La multinacional A&M se hizo rápidamente con los servicios de Squeeze, un grupo que desde el primer momento demostraba una sólida personalidad, una competencia instrumental muy por encima de la media y, desde luego, un consistente potencial comercial.

En un momento de despiste generalizado por parte de los directivos discográficos, para hacerse cargo de la producción del álbum se eligió a John Cale, miembro fundador de The Velvet Underground (de quienes Squeeze eran devotos, no en vano su nombre era precisamente el título del último disco del combo neoyorquino) y por entonces reputado productor de discos como el primero de los Stooges (gran influencia del movimiento punk del 77). El propio Cale no se mostró particularmente inspirado y no supo bien cómo manejar a una banda valiosa y prometedora pero quizá no completamente asentada todavía. El disco es interesante, fogoso y audaz, y contiene algunas canciones ya realmente buenas, pero lo mejor estaba aún por llegar. Un dato significativo es que las dos únicas canciones que salieron como single fueron producidas por el propio grupo. La saltarina y enérgica Bang Bang no está mal, pero, sobre todo, Take Me, I´m Yours es ya un más que serio aviso. Fantástica canción basada más en los sintetizadores que en las guitarras y cantada en su totalidad a dos voces por Difford y Tilbrook, algo que se convertiría en marca de la casa.

Entre 1979 y 1981 Squeeze viven su edad de oro y publican tres álbumes fabulosos, tres de las grandes joyas del pop británico de la época.

En abril del 79 se publicaba Cool For Cats, su lanzamiento más aventurero y experimental, con temas que van desde el pop típicamente nuevaolero impulsado por sintetizadores hasta piezas de sólido pop-rock de garaje. El sonido, fresco y burbujeante, la combinación de las maravillosas voces de sus dos vocalistas principales, la habilidad y el ingenio en los arreglos hicieron que todo sonara enormemente fresco y excitante, pero lo que hizo que el grupo sobresaliera, lo que los hizo verdaderamente memorables, fue la asociación entre los compositores principales, Chris Difford y Glenn Tilbrook.

El álbum contenía sus dos primeros éxitos importantes, la saltarina y contagiosa Cool For Cats y la maravillosa Up the Junction, la conmovedora historia de una relación condenada al fracaso narrada con similares dosis de sensibilidad, ingenio y brillantez.

“Si no compras este disco estarás cometiendo el peor error de tu vida”. El teclista del grupo, Jools Holland (también vocalista y compositor en algunas de las canciones) hablaba en esos términos de Argy Bargy en un anuncio grabado para la radio. Más allá de la bravuconada, lo cierto es que el tercer álbum de Squeeze es una de las grandes joyas del pop británico y que el relativamente modesto éxito que obtuvo (puesto número 37 en las listas británicas y 71 en las de EE.UU.) no se corresponde, ni de lejos, con la excelencia del auténtico clásico en el que se ha convertido.

Las tres canciones con las que comienza, Pulling Muscles (From the Shell), Another Nail In My Heart y Separate Beds, rozan la perfección pop: canciones fabulosas, directas, imaginativas y brillantes tanto en las letras como en las melodías, las harmonías vocales, la producción y los arreglos. El tándem Difford-Tilbrook funciona a un nivel estratosférico y la banda, después de una intensa y extensa gira derivada del éxito de su anterior álbum, suena perfectamente cohesionada, brillando con luz propia cada uno de sus integrantes. El disco en su conjunto es asombrosamente atractivo, personal, pegadizo y convincente canción por canción y convierte a Squeeze en una de las formaciones más sólidas y valiosas de la fecunda y fascinante escena británica de finales de los setenta y comienzos de los ochenta.

East Side Story, editado, un año después, cierra la trilogía de oro del grupo. Aunque había sido minuciosamente diseñado para convertirse en un gran éxito y obtuvo magníficas críticas por parte de la prensa especializada, lo logró solamente a medias, alcanzando el número 19 de las listas británicas y el 44 de las americanas. Con una producción y una ejecución vocal e instrumental nuevamente impecable, el disco está lleno de grandes canciones y contiene, sobre todo, el corte que les abrió definitivamente las puertas del mercado estadounidense. No es necesariamente la mejor del disco, pero Tempted, cantada por Paul Carrack, que acababa de aterrizar en el grupo para reemplazar a Jools Holland, fugado en busca de una sólida carrera en el mundo de la televisión, fue un éxito notable en su momento, pero, sobre todo, se ha convertido con el tiempo en su canción más recordada, habiendo sido utilizada con frecuencia en bandas sonoras de películas, anuncios, etc.

El resto del disco es otra auténtica maravilla de principio a fin. Un disco nuevamente inspiradísimo (tanto en la música como en las letras), variado, imaginativo y moderadamente experimental, dominado por el irresistible pop enérgico y vitalista de In Quintaessence, Picadilly, Is That Love? o Mumbo Jumbo, pero con afortunadas incursiones en el soul sofisticado de Tempted, la psicodelia beatleiana de There´s No Tomorrow y F-Hole, el country de la preciosa balada Labelled With Love o el elegante rockabilly de Messed Around.

Con su siguiente entrega, Sweets From a Stranger (1982) ponen punto final a la primera etapa del grupo, sin duda la más brillante y prolífica. Este quinto álbum no es tan bueno como los tres anteriores, pero tiene al menos cuatro o cinco canciones verdaderamente brillantes. La banda, sin embargo, parecía agotada y decepcionada por las tibias críticas que recibe el disco y su escaso impacto comercial. Después de una breve gira de presentación del álbum, deciden separarse.

Después de aquella primera separación han vuelto a reunirse y han pasado también largos periodos de ausencia, pero han logrado mantener una carrera ciertamente sólida y una discografía no siempre sobresaliente, pero en la que sí han mantenido un nivel mucho más que aceptable: en todos los discos de Squeeze hay más de una gran canción, y eso es algo de lo que no todos los grupos pueden presumir.

Este próximo viernes (28 de junio) Squeeze actúan en el festival de Glastombury (sold out). Será la primera de las más de setenta actuaciones que tienen previstas hasta finales de año en Reino Unido, Estados Unidos y Canadá para celebrar el cincuentenario de sus inicios como banda.

Además, preparan para el año que viene el lanzamiento de dos discos, uno con canciones que Difford y Tilbrook escribieron en sus primerísimos tiempos (“son muy buenas –apunta Glenn Tilbrook–, pero en aquella época escribimos tantas que muchas se quedaron inéditas”) y otro con canciones nuevas. Larga vida a Squeeze.


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Take Me I´m Yours

Slap and Tickle

Cool For Cats

Up the Junction

Slightly Drunk

Pulling Mussels (From the Shell)

Another Nail In My Heart

Separate Beds

Annie, Get Your Gun

In Quintessence

Tempted

Mumbo Jumbo

Black Coffee In Bed

I´ve Returned

Chriss Difford & Glenn Tilbrook. Love’s Crashing Waves

King George Street

Hourglass

Peyton Place

Crying In My Sleep

Some Fantastic Place

Electric Trains

Domino

Cradle To The Grave

Every Story