A Leiva parece que la pólvora, su propia pólvora, la dinamita interna que contiene su nuevo disco, le ha estallado de lleno en las manos. En sentido emocional y también más formal. La aventura le ha dejado sin careta, sin antifaz y sin sombra detrás de la que esconderse. Sus miedos, pasiones y preguntas están contenidas a lo largo de los 13 temas que componen este segundo trabajo en solitario.
En realidad, la jugada no le ha salido mal y todos los medidores de una buena acogida han hecho “boom”. El álbum ya es el segundo disco más descargado en iTunes en España y las entradas para los dos conciertos que hará en abril en La Riviera madrileña ya están agotadas. Duraron lo que una bolsa de chuches a las puertas de un colegio. Y sí, para los que preguntan, ya hay una tercera fecha confirmada.
“No me esperaba esta acogida ni en sueños. Diciembre, mi primer disco, fue muy bien, pero quizás en una división más alternativa. Creía que Pólvora iba a crecer un poco pero es como si hubiera estallado y estoy igual de sorprendido que cualquiera”, cuenta el músico. “Para este disco me apetecía repartir responsabilidades y trabajar con Carlos, que es un referente a todos los niveles. Es un gran productor, un super guitarrista y un tío con una perspectiva interesante que siempre suma».
Un disco de preguntas
Pólvora es un disco que habla del vértigo y de la soledad. Plantea también, como dice el mismo Leiva, “preguntas que nos hacemos todos a veces”. Se grabó con una banda en directo y cada canción es una toma. En él, la emoción predomina a la perfección. “Quería que fuéramos emocionantes aunque fuéramos imperfectos”. También contiene los metales que tanta presencia tuvieron en Diciembre, aunque de forma más “prudente”.
Terriblemente cruel es su primer single. Un canción muy pegadiza que no esconde una amenaza porque Leiva afirma no serlo: “Conmigo mismo probablemente sí. Cruel y con una autocrítica horrible. Creo que soy mi peor enemigo, pero con los demás me gusta pensar que soy un tipo respetuoso y buena gente”.
En el disco hay espacio para canciones de carácter más acústico, como Pólvora, con piano y violines, o con toques más novedosos como Vértigo y Palomas. “En Vértigo sólo aparece una guitarra barítono y un sintetizador. Me costó escribirla porque es una canción en la que me estoy abriendo y exponiendo. Exteriorizar los miedos cuesta y Vértigo es casi una sesión de terapia. Palomas está instrumentada de otra manera. Sus referencias tienen que ver más con Travis que con Tom Petty”, explica Leiva.
«Parar Pereza ha sido clave para crecer»
Los cantantes, el tema encargado de abrir el álbum, es un homenaje al oficio. Como músico y como fan. Un homenaje a “lo vertiginoso, a lo inestable y lo maravilloso que supone ser músico y también un grito para que no mueran los cantantes que nos hacen compañía y nos anestesian los momentos malos”. Insiste en que ahí no se está incluyendo.
¿Volver con Pereza? Ahora mismo no hay ningún plan de hacerlo. Les apetecía pararlo. Sin más. “Siento que parar Pereza ha sido clave para nuestro crecimiento como músicos. Estamos donde queríamos estar”, confiesa. Harto de que hablen de que hay que evolucionar o cambiar con cada disco, Leiva es más de la opinión de que la evolución está en escribir cada vez mejores canciones. ¿Consolidarse? Cree que la expresión le queda un poco grande. “He aprendido, estoy en el camino y cada vez voy pareciéndome más a mí mismo. Después de una gira con Ariel y Loquillo, me queda un montón para consolidarme”.