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Navidades frías en Mineápolis

Waits nació en la californiana ciudad de Pomona –ésta, en cambio, la imagino bien soleada– hace justo setenta años. Hace algo más de cuarenta escribió la citada ‘Postal de Navidad de una Puta en Minneapolis’. Es el tercer tema de Blue Valentine.

Waits no lo sabe pero ese paisaje tan suyo de la contraportada del disco –una gasolinera que no cierra en toda la noche y él rodeando a una rubia vestida de rojo intenso, su novia de entonces, la gran Rickie Lee Jones– tenía ya los días contados. En pocos años compondría la banda sonora de Corazonada para Francis Ford Coppola en cuyo rodaje conocería a Kathleen Brennan, la nación, como él mismo dice, en la que vive desde entonces y la madre de sus tres hijos.

La irrupción de Brennan coincide con el gran punto y aparte musical de su trayectoria. En Blue Valentine no es ya exactamente el vagabundo que desgrana historias de perdedores ante un piano pero tampoco es aún la idolatrada figura de vanguardia que sacudirá el pop de los ochenta y noventa.

No obstante, el protagonismo del teclado, la forma tan personal de interpretar y el tipo de narración de Christmas card remiten más al primer Waits, al noctámbulo que fuma entre estrofas y disfruta enganchando y vacilando a la audiencia con un buen relato; en este caso, la postal de una prostituta a un antiguo amor con el que hubo un tiempo en que compartió una vida al límite y al que quiere contar cómo le van las cosas ahora. Una película de cuatro minutos y medio en formato de misiva con muchos personajes, un par de ciudades, mentiras y verdades, momentos para la nostalgia, el dolor y la sorpresa. Cuando la tocaba en directo empezaba y cerraba la canción entonando el villancico Noche de paz.

Merece la pena leer tranquilamente la tarjeta navideña –aquí en la traducción de Alberto Manzano– y luego escucharla en la voz de su autor.

Charlie, estoy embarazada y vivo en la calle 9, encima de una sucia librería
en la esquina con la avenida Euclid. He dejado las drogas y ya no bebo whisky. Mi novio toca el trombón y trabaja en el ferrocarril. Dice que me quiere aunque no sea su hijo. Dice que lo educará como si fuera suyo. Me regaló un anillo que llevaba su madre y me lleva a bailar todos los sábados por la noche.

Oyes, Charlie, cada vez que paso por la gasolinera me acuerdo de ti por lo de tu pelo grasiento. Aún tengo ese disco de Little Anthony and the Imperials, pero me robaron el tocadiscos, ¿qué te parece?

Charly, casi me volví loca cuando cogieron a Mario. Volví a Omaha para vivir con mis padres pero todos los que conocía estaban muertos o en la cárcel,
así que volví a Mineápolis. Esta vez creo que me quedaré.

Charlie, creo que soy feliz por primera vez desde mi accidente. Me gustaría tener todo el dinero que te gastabas en drogas. Me compraría un parque de coches usados, pero no vendería ninguno. Conduciría uno distinto cada día según mi estado de ánimo.

Oye, Charlie, por amor de Dios, ¿quieres saber la verdad? No tengo marido, no toca el trombón. Necesito dinero para pagar el abogado.

Oye, Charlie, estaré libre bajo palabra. Ven el Día de los Enamorados.

¡Feliz Navidad!