En cierto modo, morirse de forma prematura a los 52 años formaba parte del guión trágico de una vida jalonada de desgracias: creció coleccionando patologías oftalmológicas, se quedó viudo con treinta años, se le murieron poco después dos de sus tres hijos al incendiarse su hogar… Siendo muy joven ya tenía y cultivaba ese aspecto viejuno en blanco y negro y, sobre todo, ya atesoraba un don para crear grandes canciones para otros que, sin embargo, sonaban mejor en su melodramática garganta propulsada por atinados arreglos y coros; de ella salieron las mejores versiones de Only the lonely, In dreams, It’s over (que ahora rescata Morrissey como single de su nuevo disco), Claudette o Crying. Nunca está de más recordar que Orbison fue mucho más que Oh pretty woman! y las piezas citadas. Su discografía de los sesenta está sembrada de tesoros.
Le acechó la tragedia pero también la admiración del público de vez en cuando y de los músicos siempre, la de los Beatles cuando era joven, y la de todos los demás en el tramo final de su vida, los Springteen, Bono, Costello, Tom Waits, Bonnie Raitt, Tom Petty o Jeff Lynne. Con estos dos últimos, con los que también formó el supergrupo The Travelling Wilburys (más George Harrison y Bob Dylan), acabó de dar a forma a You got it. Una canción de amor más optimista de lo que habitualmente salía de su pluma pero con un brillo en la voz tan intenso como el de sus comienzos.