Cuando grabó su primer disco en Estados Unidos, la prensa aseguraba que era una princesa inca, descendiente de Atahualpa. Una leyenda decía que aprendió a cantar imitando a los pájaros, hasta que un espíritu del bosque se encaprichó de ella y le regaló una voz que nunca habían escuchado los mortales. Otro rumor, bastante más prosaico, afirmaba que en realidad se trataba de un ama de casa judía de Brooklyn llamada Amy Camus (¡anagrama de su nombre artístico!). ¿Quién fue realmente Yma Sumac y cómo se convirtió en una de las estrellas más extravagantes del siglo XX?
El dos de agosto de 1960 Yma Sumac entró en el selecto grupo de artistas que tenían una estrella en el paseo de la fama de Hollywood. Junto al director de orquesta catalán, criado en Cuba, Xavier Cugat y las actrices mexicanas Lupe Vélez y Dolores del Río, formaría parte del insigne cuarteto que inauguró la presencia latinoamericana en Hollywood Boulevard. Hoy en día, sigue siendo la única peruana inmortalizada en las aceras del paseo de la fama. Yma también fue la primera latina que triunfó en Broadway, y una de las artistas más importantes de un género musical inclasificable y kitsch, que los críticos musicales no tardarían en etiquetar bajo la denominación de «exótica». Manuel de Falla e Igor Stravinski se encontraban entre los fans de esta soprano prodigiosa, dotada de un sorprendente registro de cuatro octavas y media (en un tiempo en que las cantantes no sobrepasaban las dos y media).
Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo nació en una calle del puerto de Callao. Si hacemos caso a la leyenda fue criada como quechua por su madre india y su padre de origen español. A los trece años fue descubierta en un festival musical de la localidad peruana de Ichocán, de donde posteriormente aseguraría ser oriunda. Ya en Lima conocería a Moisés Vivanco, director del colectivo Compañía Peruana de Arte, con quien se casaría y viajaría a Nueva York. En 1950 Capitol Records publicó su primer disco, Voice of the Xtabay, que lograría, sin apenas publicidad, vender 100.000 copias y convertir a Yma en todo un fenómeno. Su impresionante voz, su belleza de ojos rasgados y su aire exótico cautivaron a los estadounidenses de la posguerra, hambrientos de entretenimiento y seducidos por la música latina. Aunque su primer disco estaría dominado por los arreglos del popular Les Baxter, el estilo de Yma fue un primer intento de exportar la música andina al mundo.
En los años cincuenta, su época de mayor esplendor, Yma alternaba actuaciones en Broadway, el Hollywood Bowl y el Carnegie Hall, con su participación en El secreto de los incas (Secret of the Incas, 1954), un filme rodado en Machu Picchu donde compartía cartel con Charlton Heston y Robert Young. Un amigo peruano me aseguró que durante el rodaje sus compatriotas la recibieron como a una estrella, aunque Yma también se granjeó la enemistad de los defensores del movimiento indígena, que criticaban que fusionase la música andina con estilos como el jazz y el mambo. En 1955 la artista fue recibida a pedradas en Cuzco.
En 1954 grabaría su cuarto disco, Mambo, que explotaba la fiebre latina en una serie de canciones comerciales y llenas de diversión, alejando a la soprano de sus raíces andinas. A medida que la popularidad de la cantante fue decreciendo y se resquebrajó el matrimonio con Vivanco, Yma se fue alejando de los focos, aunque a comienzos de los años 60 sería aclamada al otro lado del telón de acero.
Yma realizó una gira de seis meses por la Unión Soviética en 1961, acompañada por la Orquesta Sinfónica del Teatro Bolshói. Fue un éxito sin precedentes. Pocos artistas eran tan valorados por los moscovitas como la soprano. Las entradas de sus conciertos se daban como premio a los trabajadores. El secretario general del Partido Comunista, Nikita Jruschov, sentía devoción por ella. La cantante también atrajo la atención de varios oficiales del KGB, lo que tal vez explica su precipitada salida de la URSS. Yma volvería a Rusia en varias ocasiones. En una de ellas participaría en la banda sonora de la película de ciencia ficción El planeta de las tormentas (Planeta bur, 1962). Su voz se utilizó para imitar la resonancia de un sintetizador. Yma era el sonido del espacio, recientemente conquistado por los soviéticos. Era el sonido del futuro.
Pero, en algún momento, el futuro la sobrepasó. Divorciada de Vivanco y viendo cómo su popularidad se apagaba, Yma Sumac se retiró… casi definitivamente. En 1972 publicó un disco de jazz psicodélico que pasó inadvertido. A mediados de los 80 dio algún concierto y apareció en televisiones europeas interpretando sus viejas canciones. Sorprendentemente conservaba su voz de pájaro. Aquel pájaro dejó de volar en 2008, a los 86 años. Pero su música nunca quiso posarse en el suelo y se sigue escuchando en voces de niñas que, en pleno s. XXI, siguen cantándola… Algunas cosas nacieron para volar. La voz de Yma es una de ellas.