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Ana Malagrida: la pintura en la fotografía

Vistas tomadas desde la altura de los grandes hoteles de Amman (Jordania) que encierran una extraña luminosidad provocada por un accidente (las fotos se velaron) ocurrido al pasar por el arco de seguridad de uno de los aeropuertos del viaje.

Un vídeo grabado en el desierto jordano que recoge el interior de un refugio en el que una pequeña celosía ha sido cubierta con un velo de color negro que, movido tenuemente por el viento, muestra más cuando cubre que cuando se levanta: “el baile del velo quiere ser metáfora visual que se asocie a la carencia de autonomía de las mujeres musulmanas”, explica esta autora nacida en Barcelona en 1970 y residente en París desde 2004.

Ventanas

En la serie Point de Vue, (que tiene en francés dos acepciones contrapuestas como son “punto de vista” y “vista nula”) la ventana, las ventanas, vuelven a ser, como frontera y como paso, objetivo esencial.

Malagrida ha fotografiado las ventanas de un centro vacacional francés (Club Mediterranée) ubicado en el Cabo de Creus que ella conoció en su infancia. Expropiado por el Estado español al declararse la zona Parque Natural, realizó las fotografías antes de una demolición que sigue en proceso: “es un gesto melancólico que busca la reflexión sobre la imposibilidad de recuperar un paisaje, un recuerdo”.

Las ventanas están parcialmente cubiertas con brochazos de “blanco España” que, recortadas por las inscripciones de paseantes, crean imágenes que entroncan, como tantas veces en la obra de la autora, con la pintura. Cada foto se transforma, casi sin que el espectador pueda evitarlo, en la sugerencia real y plástica de un cuadro.

Y en el apartado Escaparates vuelven las ventanas y la sensación de estar ante obras que habitan la indefinición, que basculan entre formas de arte y expresión al tiempo distintas y complementarias. Se presentan una serie de escaparates de comercios de París que están cerrados o en reforma y, por ello, semitapados con brochazos de pintura blanca.

En esta ocasión, y a diferencia de la serie anterior, las ventanas (escaparates) son fotografiados desde la calle, no desde su interior, con lo que entran en juego una serie de reflejos que permiten ver retazos de la ciudad que hay fuera. Lo pictórico vuelve a jugar papel protagonista y en un primer vistazo el espectador tiene la sensación de asistir a una muestra de arte abstracto.

De cuna

Le viene de cuna. Anna Malagrida nació en el seno de una familia muy vinculada al mundo del arte. Los pintores Francesc Miralles y Santiago Rusiñol son antepasados suyos y su tía, Anna Michel, fue una de las primeras realizadoras de cine experimental y de animación en España.

Licenciada en Ciencias de la Información, tras su paso por la Universidad de Barcelona prosiguió su formación en la École Nationale Supérieure de la Photographie de Arlés e inició su visión a través de la fotografía y el vídeo, combinando su trabajo personal con la foto comercial y la enseñanza de la historia de la fotografía.

Desde 1998 ha desarrollado múltiples exposiciones y su obra forma parte de importantes colecciones públicas y privadas nacionales e internacionales, como las del MUSAC de León, el Fonds National d´Art Contemporain de París, ARTIUM en Vitoria, FRAC Languedoc-Roussillon y la Fundación La Caixa.

Lenguaje peculiar, personalísimo, el de esta artista que huye del instante, –ese momento en el que muchos encuentran el sentido del arte fotográfico– , para, lejos de esa idea, establecer diálogo intemporal con el espectador, “yo sugiero y debe ser él, desde el otro lado, el que establezca la dimensión y el tiempo que la imagen simplemente insinúa”.

Madrid. Anna Malagrida [1]. Fundación Mapfre. Sala Azca [2].

Del 21 de mayo al 1 de agosto de 2010.