En cuanto al estilo, en la pintura del último tercio del siglo XVI, la influencia romana rafaelesca cede poco a poco el paso, en algunos artistas, a ciertos ecos de la desmesura anatómica de Miguel Ángel, a la vez que, en otros círculos, es el colorismo veneciano el más favorecido, y los pintores dedicados al retrato se vinculan sobre todo a los modelos flamencos.
En El Escorial, Felipe II reúne un grupo de pintores, fundamentalmente españoles e italianos, que a pesar de no ser grandes maestros, introducen una serie de novedades que anuncian y favorecen el desarrollo del naturalismo. El Greco culmina las formas del manierismo al servicio de la religiosidad apasionada y cerrada sobre sí misma de la Contrarreforma española.
Adoración de los Pastores. El Greco
Domenico Teothocopulus, El Greco (1541-1614) es considerado como la figura capital en la pintura española del XVI. Su primera formación impregna de un sentido casi abstracto, ritual y simbólico todas sus imágenes. Su paso por Venecia es determinante para su técnica, suelta y libre, y su colorido, rico y suntuoso, de gamas preferentemente frías, de carmines, azules, amarillos y blancos argentosos. De su paso por Roma recoge un tratamiento del desnudo, de remoto origen miguelangelesco, y un sentido de la composición alargada y serpenteante, deformando los cuerpos en sentido longitudinal, que procede enteramente del mundo manierista.
Hacia el final de su vida, pinta La Adoración de los Pastores. Cuando en general se van ya dibujando formas más concretas y realistas al servicio de la iglesia. El Greco se configura como uno de los más extremados representantes del manierismo. En este lienzo religioso de grandes dimensiones se extrema la deformación y la independencia de color.
La Adoración de los Pastores. El Greco. Museo Nacional del Prado. Óleo sobre tela, mide 320 centímetros de alto y 180 cm de ancho, y fue ejecutado entre 1612 y 1614, posiblemente durante el último año de la vida de El Greco. Este cuadro fue pintado para la cripta de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, según se cree, para que colgase sobre la propia tumba del pintor. La composición está desarrollada en espiral, creando un movimiento de ascensión. La distorsión extrema de los cuerpos caracteriza la Adoración de los Pastores como toda la obra tardía de El Greco. Los colores brillantes, «disonantes», y las formas y poses extrañas crean una sensación de maravilla y éxtasis, al celebrar los pastores y los ángeles el milagro del niño recién nacido. Una energía rítmica anima la pintura, expresada en los movimientos de las figuras, como si bailasen. Fuertes contrastes entre la luz y las zonas oscuras realzan el sentido del drama. |