Los pasajes bíblicos y personajes del Adviento, primer período del calendario litúrgico cristiano, han sido protagonistas de muchas representaciones artísticas a lo largo de la historia. Su inicio lo marca el cuarto domingo anterior a la festividad de Navidad y durante cuatro semanas la comunidad cristiana se prepara para la llegada del Salvador. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del Libro de Isaías, uno de los más grandes profetas bíblicos. En su libro se pueden encontrar muchos datos de lo que será la vida del Mesías o enviado de Dios. Debido a su riqueza teológica, el profeta de la esperanza, como lo catalogan los críticos, es uno de los más citados en el Nuevo Testamento y en la liturgia cristiana.
El profeta Isaías en la Capilla Sixtina
A diferencia de lo que sucede con otros personajes del Antiguo Testamento, las representaciones pictóricas del profeta Isaías no son muy frecuentes. Sin embargo, sí podemos destacar su presencia en un marco privilegiado del Renacimiento italiano: la Capilla Sixtina de Miguel Ángel (1475-1564).
Sentado en un trono monumental en un lateral de la bóveda entre las sibilas Délfica y Cumas, Isaías forma parte de la base de una estructura arquitectónica que alterna de forma regular las figuras de los profetas y sibilas con libros o textos sagrados entre sus manos.
Las doce imágenes testimonian la espera de la Redención por parte de la humanidad: los profetas fueron los primeros en anticipar la venida de Cristo para el pueblo de Israel; las sibilas, adivinas procedentes del mundo pagano, representan la espera de la Redención desde el pueblo elegido a toda la humanidad. Estos personajes de gigantescas dimensiones se insertan en espacios regulares con líneas claras y definidas.
Los colores predominantes, al igual que en el resto del conjunto, son los naranjas, verdes, azules, rojos y blancos. Una gama de tonalidades muy personal de Miguel Ángel que posteriormente fue muy imitada por otros artistas del Renacimiento.
La forma anatómica del profeta Isaías imprime fuerza y energía al personaje, así como la expresión del rostro con mirada penetrante y gesto fiero que reflejan el ánimo impetuoso de la figura, la llamada “Terribilitá Miguelangelesca”, presente en toda la cúpula. Tanto la postura, sosteniendo un libro entreabierto, como la actitud y el movimiento de Isaías y los demás profetas y sibilas son un adelanto de la representación en mármol del Moisés.
La interpretación de Rafael
En la iglesia romana de San Agustín nos encontramos con otra figura del profeta Isaías (1512). En esta ocasión, la autoría del fresco corresponde a otro genio del Renacimiento, Rafael Sanzio (1483-1520), como parte de las obras decorativas del altar del templo y tumba de la familia de Johannes Goritz de Luxemburgo.
Tal vez por influencia de Miguel Ángel, observamos de nuevo una figura de grandes dimensiones. El profeta Isaías acompañado de dos ángeles, sentado con el pie derecho avanzado y sosteniendo un texto entre sus manos. Los trazos curvilíneos aportan movilidad y ritmo a la obra y permiten apreciar el aspecto escultórico del personaje a través de una pesada vestimenta. En cuanto al color, se crea un perfecto equilibrio entre los pigmentos finamente esmaltados que aportan ese brillo característico de la obra de Rafael, considerado uno de los grandes maestros del color.
El profeta según Fra Bartolommeo
Encontramos otro ejemplo en Fra Bartolommeo (1475-1517), cuyo Profeta Isaías se conserva en la Galería de la Academia de Florencia. En esta obra podemos observar la influencia de Miguel Ángel y de su Capilla Sixtina: colosalismo y brillantez de las tonalidades empleadas. Este pintor florentino es considerado uno de los grandes artistas del Renacimiento en Florencia.