La reivindicación de la obra del pintor comenzó con los primeros viajeros románticos que llegaron a Toledo en el siglo XIX. La imagen del Greco como precursor de las vanguardias se fue abriendo paso desde entonces y sirvió para que sus cuadros fueran objeto de la atención de un destacado grupo de intelectuales que, a comienzos del siglo XX, dotaron al personaje de la crítica necesaria para definirle como uno de los grandes genios de la pintura universal.
Fue una labor difícil liderada por gente como Santiago Rusiñol, Ignacio Zuloaga, Manuel Bartolomé Cossío, Giner de los Ríos, Pío Baroja, Azorín, Miguel de Unamuno, Mauricio Barrés, Rilke o Benigno de la Vega Inclán, un personaje poco conocido que fue el verdadero impulsor del turismo moderno en España y el creador de una nueva manera de disfrutar de nuestro Patrimonio cultural desde su cargo de Comisario Regio de Turismo.
Él fue el responsable de planificar un modelo coherente de presentar la ciudad de Toledo. Para conseguirlo generó una importante oferta de museos, de servicios e infraestructuras, que convirtió a la población en un destino turístico internacional. A su buen hacer se debe la recuperación y apertura al público de un edificio tan emblemático como es la Sinagoga del Tránsito y la fundación del Museo del Greco que, desde 1910, se convirtió en destino obligado para todos aquellos que querían conocer el arte español.
Un modelo coherente de presentar la ciudad
La inauguración del Museo sirvió para confirmar la creciente valoración del Greco como genio de la pintura y plantear nuevos retos que se esperaban abordar con motivo de la celebración de los actos del III Centenario. Su finalidad fue doble. Por un lado, ofrecer una nueva interpretación del pintor como genuino representante del arte español de la Edad de Oro. Por otro, plantear la necesidad de modernizar Toledo iniciando un diálogo entre el pasado y el futuro que ofreció interesantes resultados.
Al final, los actos del III Centenario no tuvieron la entidad prevista por la compleja situación política que atravesó el país en esos precisos años y los problemas surgidos entre las distintas comisiones y patronatos encargados de llevarlos a cabo. Sin embargo, el balance no puede ser más positivo. Sus esfuerzos sirvieron para lograr el reconocimiento universal que se buscaba y conseguir la definitiva consolidación de Toledo como destino cultural. El valor del Greco dejó de ser discutido y todos, fuese cual fuese su ideología o formación, se rindieron ante un artista genial que había hecho de la ciudad el escenario de unas creaciones que alcanzaron una difusión universal.
Hoy, un siglo después de que se inaugurara el Museo del Greco y se mostrara la necesidad de trabajar en la celebración del III Centenario de la muerte del pintor, ha llegado el momento de hacerlo para el IV Centenario, que se celebrará en 2014.
El renacimiento del Greco Desde la muerte del cretense, acaecida en abril de 1614, su arte fue La casa y el museo Entre estos amantes de la pintura destacaba Benigno Vega Inclán. El En una de sus estancias en Toledo será cuando –contagiado por el Don Benigno concibió un proyecto El particular homenaje de Vega Inclán al Greco, La colección El conjunto de lienzos del Greco que Vega Inclán rescató de la |