George Kuchar (Manhattan, 1942) cursa sus estudios de arte comercial en el School of industrial Arts y pronto comienza junto a su hermano gemelo, Mike, a realizar películas caseras en 8 mm, formato que sustituye por el de 16 mm, aprovechándose de la coyuntura ‘underground’ de creación videográfica del momento, con exponentes como Andy Warhol, Keneth Anger o Stan Brakhage. De estos primeros años podemos destacar piezas como Hold me while I´m naked, Corruption of the Damned, Color me Shameless y Lust for Ecstasy.
Corpus creativo
Siendo un artista y director de cine bastante admirado y reconocido por cineastas de la importancia de John Waters o Guy Maddin, sin embargo, su obra no es tomada en serio hasta los años 90, suponemos que por el carácter difícilmente digerible de su corpus creativo, largo en duración, inmenso en cantidad, inconexo, de temática no argumental, humor grotesco y ‘trash’, presencia de actores no profesionales y técnica-estética amateur y cruda.
Se aprecia en su obra un gran conocimiento y asimilación de los mecanismos cinematográficos de Hollywood. Kuchar, con sus obras, logra de manera persistente, grotesca y fascinante mostrar esa distancia entre la realidad prosaica y ese brillo, perfección y glamour impostado, escupiendo a la cara del sueño americano.
Se trata de un corpus de carácter "plenamente democrático" tanto en su elección de temas, hasta el momento descartados por la convencional y tramposa máquina hollywoodiense, actitud que le acerca a sus coetáneos y compatriotas de la imagen fija: William Egleston y Stephen Shore, a los que también le conecta su predominante uso del color con una finalidad de creación ‘artística’.
Ese carácter democrático se aprecia también en la misma acción y proceso de grabar, optando por las videocámaras desde los años 80, sucumbiendo a su poder de instantaneidad, portabilidad, cercanía, y a su estética y ética de lo no pretencioso y popular, en un orgulloso triunfo de lo amateur sobre lo profesional que consigue gracias a la experimentación, aplicando un ingenio y virtuosismo en la manipulación y subversión (no olvidemos que desde los años 70 ha ejercido como profesor del Departamento de Cine en el Instituto de Arte de San Francisco).
Flexibilidad y ambigüedad
Esta exposición se centra en mostrar en gran parte su serie Weather Diaries, cuyo origen encontramos, aunque no aquí presente, en Wild night in el Reno (1977), obra con la que inauguró la tradición de trasladarse a esta localidad cercana a Oklahoma City todos los meses de mayo no sólo para investigar ‘grabando’ los constantes tornados que afectan a la zona, sino como una manera de forzarse a un autoconocimiento en un medio aislado y natural, al margen de sofisticaciones y rutinas. Una especie de diarios íntimos resultantes del enlazamiento de imágenes de una gran potencia con reflexiones y comentarios personales.
El hecho de que utilice la videocámara permite a Kuchar exceder los límites entre la autobiografía filmada y el documental. Inscribe el tiempo en un grado excelente de flexibilidad y ambigüedad, incluyendo largas tomas, rebobinados de cita o inserción de material nuevo, generando la sensación de revivir un eterno presente.
En ellos, a la vez que en general, se aprecian ciertos elementos constantes. Una pasión e interés por todo aquello asociado a lo natural, sean niños, animales, escenarios silvestres o fenómenos atmosféricos y meteorológicos, y no sólo eso, sino también mostrando en sus propias carnes lo que al ser humano le liga más con lo telúrico y lo aleja de lo social: masturbación, muestra de actividades de ingesta y evacuación, ya sea gaseosa, sólida o líquida.
Autobiografía y narración
Por otra parte, el hecho de que Kuchar se presente a la vez, como narrador, protagonista y autor, nos lleva al tema de la autobiografía sin pudores y la narración de la intimidad muy común en artistas contemporáneos como Tracey Emin Corinne Day o Nan Goldin. Esa exploración sincera sobre la propia persona en búsqueda de verdades universales se une en este caso a una aceptación y exhibición de un sí mismo vulnerable, feo o ridículo –según los criterios hollywoodienses– , de lo cual se desgaja ese humor dolorosamente divertido, que adquiere una dimensión de significado profunda.
Ese elemento íntimo, grotesco, bajo y abyecto, contrasta con el más puro y vertiginoso uso estético de lo sublime y la belleza, ambas unidas olvidando su escisión postrera.
Además de los Weather Diaries (1, 2, 3, 4, 5, 6 y Weather Watch) todos realizados entre 1986 y 1992, podemos destacar títulos como Route 666, Sunbelt Serenade, Eye on the Sky o Vault of vapors, donde distinguimos elementos anteriormente citados, a la vez que se aúnan otros de carácter similar que los enriquecen.