Todo su trabajo -vídeo, cine, fotografía, poesía- incita a mirar, a observar, a leer y a pensar (incluso a sentir) desde “dentro”. Al mismo tiempo, su mirada se dirige, sin escalas, hacia las profundidades de aquellos que se cruzan con ella. Por eso, a menudo, esa mirada no resulta cómoda. Codesal habla desde un “yo” íntimo, pero ese “yo” no siempre es singular (incluso llega a ser, a veces, colectivo). Y habla desde un “nosotros” que, sin embargo, sólo puede surgir de la experiencia única del individuo; de una resistencia de la intimidad frente la absorción de la masa.

II. Buena parte de los artistas actuales trabajan en torno a una obra que se define en el exterior. Y ese “afuera” está producido, exclusivamente, en lo contemporáneo y para lo contemporáneo. Javier Codesal, por el contrario, a veces, habla a sus contemporáneos desde la tradición. De tú a tú, como si no estuviera preocupado por parecer demasiado “actual”. Esta doble dimensión se manifiesta en su relación con el tiempo. Codesal resuelve sus piezas y sus series en tiempos largos, pero a menudo acude, también, a la fugacidad del momento. Es ahí, precisamente, donde consigue dinamitar la tradición, lo reaccionario que pueda haber en las costumbres, y sugiere algo sobre la renovación que estas requieren.

III. Las piezas y series de Codesal son sutiles y duras al mismo tiempo. A ratos rondan la, llamada, Alta Cultura y en no pocas ocasiones atraviesan de lleno la Cultura Popular (nunca el pop). Común o exclusivo, hedonista o franciscano, sensible o brutal, su obra a veces es un coro y otras veces un soliloquio. Codesal es un artista de culto y oculto. Su piezas se fraguan entre estos tensos contrarios, que dan lugar a una de las obras más interesantes de la actualidad. El arte de uno de los artistas más inclasificables, todavía demasiado secreto para muchos. Un arte de nuestro tiempo.

Barcelona. Javier Codesal. Dentro y fuera de nosotros. Palau de la Virreina. La Rambla, 99.

Hasta el 31 de mayo de 2009.