No obstante, pensamos que debemos cumplir la formalidad de presentar nuestra dimisión, lo que hacemos mediante esta carta abierta, expresando nuestra gratitud a la institución que nos nombró y confió en nuestro trabajo. Trabajo no remunerado, pero con enormes satisfacciones que nunca podrán entender quienes no tengan un mínimo sentido de lo artístico y, más aún, de lo público.
Por otro lado, pensamos que debemos cumplir nuestra obligación de ciudadanos y de personas dedicadas desde siempre al conocimiento del arte y a su posible extensión.
Ante todo, debemos deplorar su empeño en liquidar el Centro José Guerrero, compartido en los últimos años por la diputada de Cultura, doña María Asunción Pérez Cotarelo, y su director de área, don Jorge López López.
Tratándose del único centro de sus características de la provincia de Granada, relevante más allá de sus fronteras, ese empeño en liquidarlo resulta llamativo. Sabiendo que implica la conversión del centro en un organismo sin una nítida definición técnica o científica, abierto a la posible promoción de personas sin mayor mérito conocido o reconocido que ser amigos o compañeros de militancia, resulta tristemente explicable. A la vez, pone de manifiesto lo inverosímil de su pretensión de estar defendiendo el interés público frente a la familia Guerrero, que, según ustedes, estaría defendiendo el interés privado, siendo evidentemente lo contrario. Todo en un conflicto creado exclusivamente por ustedes.
Es evidente que, si la familia Guerrero buscara o defendiera intereses privados, habría declinado la propuesta de crear el Centro José Guerrero que le hizo en su día la Diputación de Granada, y habría vendido las obras que había heredado, asegurando su bienestar material por generaciones. Por supuesto, las habría vendido con todo el derecho del mundo, que es el mismo que tiene a defender su interés privado, lo que, sin embargo, no ha hecho. En lugar de eso, cedió esas obras para su disfrute público, y estaba dispuesta a ceder más, pero sólo para un centro regido por el Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte Contemporáneo del Ministerio de Cultura, no para un confuso organismo sin ninguna garantía de funcionamiento basada en ningún antecedente objetivo.
Como principal “agradecimiento”, durante la actual etapa la familia Guerrero ha recibido un sinfín de desconsideraciones, impertinencias y calumnias, que hirieron en lo más hondo a la hija del pintor, Lisa, en sus últimos meses de vida, y que culminan ahora, por parte de la señora Pérez Cotarelo, con invocaciones a su gran amistad con ella, y a un José Guerrero revolviéndose en su tumba contra su familia y a favor de ustedes en el conflicto creado por ustedes mismos. Como personas que conocimos, admiramos y quisimos al pintor y a su hija, no podemos dejar de reprobar tales maneras, como reprobamos el mal trato que ha recibido por parte de ustedes la directora del centro, doña Yolanda Romero, excelente profesional, como tal valorada dentro y fuera de España, tanto por sus colegas, como por los artistas.
Por lo que respecta a nosotros, miembros de la comisión asesora, lamentamos profundamente que, en ningún momento del proceso iniciado por ustedes y que ha desembocado en la actual crisis, ni usted ni nadie de la diputación haya pedido nuestra opinión, que, a fin de cuentas, no es sólo la opinión de tres personas que tuvimos amistad con Guerrero, sino también la de tres personas que hemos ocupado puestos de responsabilidad en el ámbito de la gestión museística.
Prácticamente han logrado su objetivo de liquidar el centro, imponiendo su voluntad contra cuantas personas se toman en serio el arte en Granada y fuera de ella. Gracias a ustedes, la provincia de Granada está en el trance de perder para siempre las obras de Guerrero que ya tenía y las que sin duda habría tenido de observar ustedes un comportamiento normal, además de perder el centro con sus diferentes actividades. En arte, gracias a ustedes, Granada está a punto de pesar menos, de ser menos, sin beneficiarse en nada en ningún otro aspecto.
Pensando en el bien público, y en Granada y en el arte como valores universales, pensamientos que hubiéramos querido que ustedes compartieran, esperamos que algún día les sucedan personas con la buena voluntad necesaria para estar a la altura de ocasiones como la ofrecida por la familia Guerrero con una generosidad ejemplar.
Lástima que, hasta ahora, no se hayan lanzado al rescate del centro otras instituciones o entidades, habiendo un bien público tan gravemente amenazado.
En la generosidad de la familia Guerrero, en que será la misma si llegan esos momentos, tenemos plena confianza.