Sin embargo, en Europa era casi un total desconocido hasta que hace un par de meses la Hamburger Bahnhof de Berlín asumía el papel pionero de sede expositiva de varios de sus trabajos.
Acuarela e instantaneidad
Walton Ford (1969, Nueva York) estudió en la Rhode School of Design con la primera intención de formarse como futuro director de cine, sin embargo, acabó tirando por el derrotero de la narración a través de la pintura. Criado en los suburbios de Nueva York, comienza de niño ha sentirse fascinado por los animales, realizando excursiones de caza y pesca con su familia por Canadá y acudiendo asiduamente al American Museum of Natural History de Nueva York donde se volvió devoto de los dioramas de Akeley (padre de la taxidermia moderna, biólogo y fotógrafo de naturaleza. Sus mayores aportaciones se encuentran en ese museo).
A la hora de ver sus obras expuestas, lo primero que abruma es el hecho de que se trate de acuarelas de gran formato, derivantes de la hechura life-size típica de los primeros naturalistas. La técnica de la acuarela, dado su carácter de instantaneidad intrínseco y mínimo margen de error, ha estado siempre ligada al pequeño formato o al estilo abocetado. Walton nos avasalla tenue y doblemente por el despliegue de maestría y virtuosismo en un conjunto que rebosa redonda sencillez en formatos gigantescos. El horror vacui se desintegra en el orden de elementos distribuidos en diferentes planos de la percepción.
Suma de notas
El primer plano, siempre ocupado por el animal o animales protagonista(s), monumentalizados por la contrapicada mirada del autor, propone un análisis de su fisionomía y características en plena acción o movimiento, a la vez que encierra una narratividad de misterio o tragedia subyacente que se va desarrollando temporal y espacialmente hacia el fondo de la acuarela, donde se acumulan siempre en un nivel de horizonte bajo múltiples detalles y elementos cargados de contenido y sublime estética a la manera de una miniatura espectácular de influencias románticas.
No debemos pasar por alto un importante elemento en sus obras: la marginalia o suma de notas, glosas y comentarios al margen de los libros o en este caso dentro de las mismas acuarelas. La parte escrita de la obra (título, marginalia y textos que los acompañan) cumplen la función de abrir una llave de interpretación del misterio desplegado pictóricamente. Son textos expansivos que se configuran buscando una interpretación abierta, con ramificaciones complementarias y enriquecedoras que sin embargo no limitan ni sofocan el significado, sólo aparentemente, clara y directa. La fuentes que emplea son textuales y variadas, desde las cartas de Benjamín Franklin hasta los diarios de Leonardo da Vinci, pasando por testimonios de un director de Zoo, escritos de Hemingway, José Martí, DAF de Sade, u obras como The Criminal Porsecution and capital Punishment of Animals, por E.P. Evans, 1906;
Ligazón con las fábulas
Walton no está interesado tanto en los animales en sí, como en su abstracción simbólica configurada en la mente del hombre occidental a lo largo de la historia. El autor pretende recrear a su manera, con imaginación y poética personal apoyada en un criterio erudito, la historia cultural de los animales “martirizados” por el arte, transformados por ello en algo diferente con finalidad instrumental educativa moralizante por manejar la parte natural e instintiva del ser humano.
Su obra declara una fuerte ligazón con las fábulas, evidenciado en el hecho de seleccionar para el maravilloso libro de su trabajo editado por Taschen el título: The Pancha Tantra, que alude al que rotula el ejemplar ancestral de fábulas animales coleccionado desde el siglo III al V a.C. y considerado como el precursor de las Fábulas de Esopo y de la Fontaine. Corpus ambos de sabiduría popular y crítica social moralizante narrados con sencillez y claridad. Son protagonizadas por animales que personificando los vicios y virtudes humanas a través de juegos de espejos e identificaciones, participan en acciones por resolver generando a su conclusión una resolución instructiva. El título de la exposición realizada en el Hamburger Bahnhof fue Bestiarium, aludiendo claramente al compendio típico medieval hacia los que es evidente reconocer una deuda.
Referencias a los grandes
Por otra parte, en la obra de Ford también se aprecia cierta familiaridad y cercanía con los trabajos de ilustradores de ciencias naturales del siglo XIX y la época del colonialismo: Gould, E. Lear, Barriband, pero también herencias de Goya, Bruegel o Durero. Sin embargo, debemos destacar entre todos ellas la de Jonh James Audubon (1785-1851) americano de adopción que realizó viajes por el vasto país, comenzando sus expediciones dibujando del natural los diferentes pájaros que mataba siguiendo sutiles técnicas para evitar daños físicos y poder así realizar representaciones más fidedignas (cuerpo intacto, naturaleza muerta que copiada al natural simula vida).
Nunca la complejidad y la sencillez se llevaron tan bien. Walton Ford apacigua con su estilo para luego provocar una sorprendente turbación de rica lectura.