Situada en la zona existente entre el Partal y el extremo oriental de la muralla, en el paseo ajardinado y con restos arqueológicos que conduce al Generalife, es una de las torres más destacadas del Conjunto Monumental y, además de defensiva, también fue residencia.
En su interior se encuentra uno de los espacios más delicados de toda la arquitectura nazarí, en el que sorprende el contraste entre la sobriedad exterior y la riqueza arquitectónica y decorativa interior por medio de alicatados, yeserías y cubiertas.
La Torre de las Infantas presenta una estructura arquitectónica semejante a la de su vecina, la Cautiva, y, al igual que aquella, puede considerarse como una torre-palacio. Fue construida durante el reinado del sultán Muhammad VII (1392-1408) y es el último edificio de importancia que se construyó en la ciudad palatina, entre 1393-1394.
El acceso a la Torre de las Infantas es en recodo y destaca la bóveda de la entrada, con grandes mocárabes que conservan restos de su pintura original. El interior de la torre se distribuye en alrededor de un patio, centrado por una fuente poligonal de mármol, que reparte en su entorno las estancias principales, tres núcleos de alcobas con ventanas al exterior. La más destacada se sitúa al fondo y cuenta con los habituales alhamíes en sus lados menores. Todas las puertas del patio tienen en sus umbrales las tradicionales taqas.
El techo estaba cubierto originalmente con una bóveda de mocárabes, que fue sustituida en el siglo pasado por la actual armadura de madera.