Los trabajos de restauración comenzaron en julio de 2015 con el estudio previo de su estado, imprescindible para poder llevar a cabo el proyecto de intervención que se inició en octubre del pasado año en un taller habilitado en la propia Catedral. Tanto el estudio previo como la intervención han sido dirigidos por Paz Navarro, conservadora del Servicio de Conservación y Restauración de Obras de Arte y Patrimonio Arqueológico y Etnográfico del IPCE, y han sido realizados por la empresa Talleres de Arte Granda. En ellos ha intervenido un equipo multidisciplinar, siguiendo las instrucciones que dejara el platero Vicente Salinas a finales del siglo XVI.
Valor excepcional
Se han limpiado todos sus elementos, eliminando la sulfuración que presentaba la plata y el barniz rojizo que la cubría. Se ha consolidado su estructura realizando un nuevo alma de madera más ajustada y una placa de aluminio estrellada sobre la que asienta. Se han repuesto elementos metálicos (tuercas, tornillos, pasadores…) Las piezas fracturadas han sido soldadas mediante láser para evitar la pérdida del dorado original. Por último se ha aplicado una capa de protección antes del montaje final.
El conjunto presenta singularidades que le otorgan un valor excepcional. El desmontaje necesario de la pieza ha sido una ocasión extraordinaria para la catalogación y toma de datos de la custodia, lo que permite datarlos y conocer un poco más nuestro patrimonio. Dos historiadoras han trabajado en ello estudiando todas las piezas, anotando marcas, símbolos, materiales, técnicas constructivas, medidas y peso. Igualmente se ha realizado una caracterización de todos los materiales que componen las custodias, incluyendo un estudio gemológico de las piedras preciosas que ha permitido determinar su autenticidad y procedencia. También se han llevado a cabo estudios físicos de dos imágenes de bulto redondo que han permitido conocer su estructura interna y la técnica de ejecución.
Una obra y su autor
Es obra del platero alemán Enrique de Arfe, que la realizó entre 1515-1523 a iniciativa del cabildo toledano. Es una custodia de asiento en forma de torre escalonada, realizada en plata, parcialmente dorada, adornada de perlas y piedras preciosas que sirve para cobijar otra custodia interior, de mano, que perteneció a la Reina Isabel.
La más pequeña y portátil, propiedad de la reina, es la más antigua. Realizada en oro parcialmente esmaltado, está guarnecida con piedras preciosas y perlas. Fue realizada hacia 1495-99 por un platero de Barcelona llamado Jaume Aimeric, mide 98 cm de altura y pesa 16,9 kg.
Se asientan ambas en la Peana de los Ángeles. Estas custodias del conjunto toledano son un ejemplo paradigmático del momento de transición de las artes en el ámbito hispano desde el Gótico al Renacimiento. Responde a las características del gótico flamígero. El modelo arquitectónico del último estilo medieval está presente en la estructura de ambas piezas pero la ornamentación manifiesta el lapso temporal que las separa.