Las obras de restauración concluyeron el pasado 14 de julio, día en el que el Ministerio de Cultura se hacía de nuevo con las llaves de este mítico teatro, «representativo de la historia de la dramaturgia española de finales del siglo XIX y de todo el siglo XX», ha afirmado José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura. El edificio de Agustín Ortiz de Villajos, que se inauguró en el año 1875, se convirtió en sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en 1986, de la mano de Adolfo Marsillach.
En 2002 se echó el cierre, y a pesar de que se adjudicó el proyecto en 2004 al equipo de arquitectos Araujo & Nadal, las obras no comenzaron hasta 2010. La espera de la tan ansiada recuperación ha llegado a su fin. Con un enorme valor desde el punto de vista histórico patrimonial, el Teatro de la Comedia volverá a recibir al público a partir de octubre, un hecho «muy especial para todos aquellos que aman el teatro y para la ciudad de Madrid», ha destacado Helena Pimenta, directora de la CNTC.
«Los arquitectos han conseguido salvaguardar el valor patrimonial histórico que tiene el edificio y adaptarlo a las necesidades técnicas de un teatro clásico del siglo XXI», ha afirmado Lassalle. Ejemplo representativo de la denominada ‘arquitectura del hierro madrileña’, el edificio se encontraba en muy mal estado, «cuando comenzamos con el proyecto de reconstrucción nos dimos cuenta de que la estructura de hormigón tenía unas soluciones muy interesantes que estaban muy mal. El hormigón no se puede cambiar como el hierro, que puedes sustituir una pieza por otra, por eso hubo que pensar en un proyecto que pudiera reconstruir la parte de hormigón», han explicado los arquitectos.
Investigando el teatro clásico
Montserrat Iglesias, directora general del INAEM, ha asegurado que el recinto guarda una gran sorpresa. Se trata de la Sala Tirso de Molina, un nuevo espacio «que servirá para los ensayos de la CNTC y para el desarrollo de otros proyectos de trabajo o talleres». La nueva sala, ubicada sobre el escenario y que contará con una capacidad de 100 espectadores, no sólo estará destinada a la exhibición, sino que «nos permitirá formatos diferentes e incluso abordajes distintos desde otras miradas de los textos clásicos», ha explicado Pimenta.
El espacio de ensayo en el mismo teatro traerá consigo la invitación a dramaturgos, artistas y compañías para que muestren su trabajo a los actores de la CNTC. Será un «espacio muy interesante para el teatro clásico, ya que éste tiene que seguir investigando, tiene que ser riguroso con sus textos, pero también tiene que seguir ofreciendo cada vez nuevas formas de expresión con respecto a esos textos», concluye la directora de la Compañía.
Valor sentimental
El proyecto, que contaba con un presupuesto inicial de más de 27 millones de euros, se adjudicó por algo más de 20 millones, entre obras y equipamiento escénico incluido. A pesar de que las obras estaban previstas que se finalizaran en un año y de la crisis económica, los presupuestos no han ascendido según ha dicho Lassalle, que ha destacado que «al fin se recupera este escenario para lo que es, no para obras sino para representar a nuestros clásicos».
La dotación técnica se va a completar progresivamente, «cada año se va a ir incorporando nuevo material», asegura Pimenta, que ha explicado que los miembros de la Compañía Nacional de Teatro Clásico se trasladarán a ensayar a la nueva sala Tirso de Molina a partir de agosto. Se prevé que en septiembre se haya completado el mobiliario para que los actores puedan trasladarse al escenario. Un momento muy esperado, ya que «todos sienten que van a trabajar en un lugar mágico, porque este edificio tiene un valor sentimental y muy especial para toda la gente del teatro».