Entre otras piezas se han rescatado un grifo en bronce, una plancha de cobre perforada a modo de respiradero y tres roldanas de bronce con restos de madera por analizar. Ya han empezado los trabajos de limpieza, desalinización, conservación y estudios de estos restos y está previsto que todas las piezas, junto con las extraídas en las expediciones realizadas en 2015 y 2016, sean incorporadas en un plazo aproximado de dos años a la exposición permanente del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA) en Cartagena.
Toda la operación de extracción de las piezas se ha realizado siguiendo la información aportada sobre la vida a bordo de la fragata. En el caso de las dos culebrinas aparecen expresamente citadas en el manifiesto del cargo de la fragata en el Archivo General de Indias. La campaña arqueológica ha cumplido a su vez el objetivo de ampliar el conocimiento del pecio, principalmente del estado de conservación de los materiales y su evolución; registrar la dispersión de los restos de la fragata, continuar el posicionamiento de todos los restos arqueológicos y avanzar en la interpretación y análisis del navío. En ese sentido se han realizado prospecciones de extensas áreas al este y el noroeste del pecio, con un sonar de barrido lateral, y se han llevado a cabo estudios de batimetría y perforación de fondos, permitiendo completar la cartografía de la zona del yacimiento.
Voluminosos cañones
Para la recuperación de las culebrinas y las demás piezas se ha utilizado el vehículo submarino no tripulado ROV LIROPUS, del Instituto Español de Oceanografía, instalado en el buque de investigación oceanográfico Sarmiento de Gamboa, gestionado por el CSIC a través de la Unidad de Tecnología Marina (UTM). Además del gran peso de las culebrinas de bronce, de aproximadamente dos toneladas cada una, el otro gran reto al que se han enfrentado ha sido las dimensiones de los cañones.
La primera culebrina, Santa Bárbara, data de 1586, está realizada en bronce y mide 4,30 metros. Fue encargada en 1586 por Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar Don Pardo y virrey del Perú entre 1585 y 1589. Se trata de una pieza excepcional que presenta numerosos campos decorativos en relieve formados por cenefas mitológicas dedicadas a la Abundancia, cuartel con el encargo del conde del Villar, pendón de Castilla, el nombre del cañón: Santa Bárbara, y el nombre del artesano que lo fundió: Bernardino de Tejeda. Tiene dos asas de delfines que se repiten en la culata.
Por otro lado se ha recuperado Santa Rufina, que data de 1601 y está realizada en bronce, con una longitud de 3,80 metros. Fue encargada por Luis de Velasco y Castilla, virrey de Nueva España (México) y, desde 1595 hasta 1603, del Perú. Presenta varios campos decorativos en relieve, cuartel con el blasón familiar de Luis de Velasco, pendón de Castilla, y el nombre del cañón, Santa Rufina, y el del mismo fundidor, Bernardino de Tejeda. Todos estos datos hacen de ambas piezas un documento histórico de primera fila para conocer mejor la historia de los grandes fundidores españoles del siglo XVI.
Patrimonio subacuático
Esta expedición se ha ceñido a los parámetros de la Convención Internacional de Patrimonio Subacuático de la UNESCO, basándose en la cooperación institucional a nivel nacional e internacional. Cabe señalar que técnicos de los Ministerios de Cultura de Portugal y de México han participado como observadores en la misma, ya que para España constituye un caso de buenas prácticas la colaboración internacional en materia de protección del patrimonio subacuático.
El éxito de las tres expediciones de 2015, 2016 y 2017 es una buena muestra de la capacidad de España a nivel científico y tecnológico en la protección del patrimonio subacuático, incluso en los ámbitos marinos más complejos. Hasta la fecha ningún país había conseguido realizar una excavación arqueológica sistemática en un pecio por debajo de los 100 metros de profundidad, ni se había conseguido extraer piezas ni tan pesadas y voluminosas ni tan pequeñas.