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España, Europa y la financiación de la cultura

El informe, que han presentado las fundaciones Alternativas [1]SGAE [2], parte de la actual situación en Europa y en nuestro país: después de tres décadas de crecimiento sostenido, los datos cuantitativos se expresan en números rojos en casi todos sus indicadores, como la participación, las ventas, la facturación o el empleo. Una coyuntura, que tal y como expone el estudio, el mundo cultural vive con “creciente desconcierto, caracterizado por la fragilidad de las estructuras sobre las que se asentaba su financiación”.

La crisis económica ha tenido, según subrayan Rubio y Rius, un efecto multiplicador en las tradicionales diferencias en Europa entre el norte, “un bloque que, pese a la bajada de los indicadores, hay una alta actividad cultural”; y el sur y este, “donde los consumos y las prácticas culturales son muy bajos”.

El caso español

En este sentido, el estudio separa el caso español del resto de países del sur de Europa, pues no responde al mismo modelo debido a que “en la última década se inició un proceso de convergencia en gasto y actividad cultural con Centroeuropa”.

A pesar de ello, “España es uno de los países donde la crisis ha tenido mayores consecuencias negativas, que ha provocado a su vez la crisis de su modelo de Estado del bienestar, la política cultural, el modelo de organización territorial en el que se asentaba su frágil relación entre sus diversas manifestaciones culturales, así como su modelo de desarrollo ante la globalización económica y la crisis de valor de la esfera cultural”.

Retroceso del 50%

Desde el punto de vista de la financiación, el informe muestra la evolución de las inversión pública en el siglo XXI. Así, si bien España durante el siglo XXI ha sido el país europeo occidental que más ha incrementado el gasto público en cultura, a partir de 2011 se observan “descensos significativos, que en algún caso, como la Administración General del Estado –Secretaría de Estado de Cultura– entre 2011 y 2014 llegan al 50% nominal de recorte en los presupuestos”.

Evolución del gasto de la Secretaría de Estado de Cultura 2009-2013. Fuente: La financiación de las artes y de la cultura en el contexto europeo. [3]

Evolución del gasto de la Secretaría de Estado de Cultura 2009-2013. Fuente: La financiación de las artes y de la cultura en el contexto europeo.

En cuanto al descenso del gasto público cultural de las comunidades, es significativo en 2012 respecto a 2011 en todas las analizadas, pero en cualquier caso dispar. Por porcentaje de disminución, de mayor a menor estarían Aragón (79%), Canarias (48%), Comunidad Valenciana (34%), Cataluña (32%), Navarra (32%) y Madrid (12%).

En Europa, en lo que se refiere a este esfuerzo de las administraciones públicas, la tendencia ha sido ascendente en estos últimos 10 años, si bien en algunos países como Francia se ha producido un descenso real por efecto de la inflación.

Buen gobierno cultural

El estudio, tras revisar el panorama del mecenazgo internacional, aportando datos de países clave en este ámbito –Estados Unidos, Reino Unido y Francia–, constata que “hay una tendencia al descenso en esta forma de financiar la cultura y se presentan datos que cuestionan el equilibrio en el ecosistema cultural de esta forma de financiación”.

Por el contrario, El modelo español de financiación de las artes y la cultura en el contexto europeo analiza casos en los que existe el buen gobierno cultural, como Finlandia, Austria y Dinamarca, poniendo de relieve estructuras consolidadas y programas de reforma que puedan orientar al caso español y que se caracterizan por un alto nivel de innovación en la Administración, la agencialización, la transparencia, la participación y el respeto a la diversidad cultural y la integración social.

 

Claves para una modernización

El estudio de la Fundación Alternativas y la Fundación SGAE ofrece una serie de claves para una modernización de la política cultural en España, como racionalizar y dar prioridad en el gasto público hacia las actividades de mayor valor público e impacto social; redefinir los bienes públicos culturales y artísticos y los criterios de su apoyo público; fomentar los mecanismos de participación y gestión de ciudadanos y creadores en el ámbito cultural, impulsando iniciativas de abajo-arriba (bottom up), apoyando la emprendiduría social y promoviendo estructuras participativas con la ciudadanía; reformular la regulación fiscal y de mercado –IVA, mecenazgo, derechos de autor, transición hacia lo digital y control de los procesos oligopolizadores–, y fomentar la esfera cultural y el valor de la cultura en España.