Este galardón, concedido por el Consejo de Ministros a propuesta del ministro de Educación, Cultura y Deporte, distingue a las personas y entidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural o hayan prestado notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico.
En su intervención [1], el Rey afirmó que «en la era de la globalización, nuestra cultura representa una tarjeta de presentación muy auténtica y poderosa para los artistas, sí; pero también lo es para los emprendedores que salen de su tierra para impulsar caminos de progreso y de futuro. Por eso es muy cierto que la cultura −en este tiempo de aceleración y conexión de casi todo−, por un lado nos identifica; nos da sentido de pertenencia y autoafirmación; y, por otro, nos permite una conexión mucho más humanista y valiente con las demás culturas del mundo; nos abre así a una convivencia más fértil y pacífica entre culturas, tanto con las próximas, como con las lejanas».
Don Felipe comenzó sus palabras expresando su satisfacción por estar de nuevo en San Sebastián, una ciudad llena de arte y cultura, una de las más hermosas del mundo, y volcada en la belleza y la creatividad. También recordó la estrecha vinculación histórica de la Familia Real con la ciudad vasca.
Al felicitar a los galardonados, el Rey señaló que «desde la Cultura −y con la Cultura− debemos aprender a respetar al otro, a cultivar el valor de la solidaridad. Es por ello que, artistas, intelectuales, escritores y creadores en general sois esenciales para el devenir de los pueblos. No solo –que también− para nuestro disfrute, y deseo de sentir y conocer, sino además por el aporte económico que también supone para la sociedad, para la industria cultural».
Tras la entrega las medallas, pronunciaron unas palabras de agradecimiento Cristina Iglesias y José María Sanz “Loquillo” en nombre de los premiados.