Apeló el escritor al periodismo y a la literatura como elementos que vertebran una sociedad democrática: «La literatura es fundamental, enriquece la vida. Una sociedad que lee y que tiene acceso a un buen periodismo es más crítica, más libre, más difícil de engañar por los poderes. La buena literatura y el periodismo riguroso contrarrestan la mentira, algo que hoy los poderes utilizan, y el caso de Cataluña es muy claro en este sentido pues mucha gente, especialmente gente joven, está siendo manipulada y engañada. Se les está vendiendo una idea falsa. Hay que decirlo con contundencia».
Conversación en Princeton se gestó en aquella universidad de Nueva Jersey durante el segundo semestre de 2015, cuando él y Rubén Gallo, responsable de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana de Princeton, impartieron juntos un curso sobre literatura y política.
Ambos conversaron con los alumnos sobre teoría de la novela, y sobre la relación del periodismo y la política con la literatura, a través de cinco obras del Nobel: Conversación en La Catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El pez en el agua y La Fiesta del Chivo, «quizás mis novelas más políticas o aquellas en las que la política es tema central», afirmó el autor.
«En todas ellas hay materiales de tipo histórico, lo que permitía estudiar las relaciones entre la historia y la ficción. Nos preguntamos, por ejemplo, si el testimonio que da la literatura cuando se ocupa de temas históricos debe ser un testimonio fiel a la historia, respetar la verdad, o puede tomarse las libertades que normalmente una novela posibilita. Hasta qué punto la imaginación y la fantasía puede intervenir en libros en los que hay referencias muy precisas a hechos ocurridos y verificables por el lector».
Clase magistral
A lo largo de la presentación, moderada por Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, que significó que las conversaciones constituyen «una clase magistral sobre la actualidad y el oficio de novelista», Vargas Llosa y Rubén Gallo comentaron las tres perspectivas complementarias que confluyen en el libro: la del autor, que desvela el proceso creativo de sus novelas; la de Gallo, que analiza las distintas significaciones que las obras de Vargas Llosa cobran en el momento de su difusión; y la de los alumnos, que con sus reflexiones y preguntas dan voz a los millones de lectores del escritor.
«Fue una experiencia interesantísima también por la participación tan activa de los participantes», afirmó el Nobel. «Teníamos quince alumnos provenientes de diversas disciplinas, no solo de literatura, y distintas nacionalidades, lo que permitía un intercambio muy rico y diverso. En este caso, además, ellos podían consultar los manuscritos, las notas, las libretas de apuntes que yo utilicé para escribir estas novelas que están en los archivos de Princeton. Fue sorprendente para mí ver como los alumnos resucitaban los procesos de los que resultaron esas novelas que ellos conocían muy bien. Fue muy instructivo para mí pues mostraban una faceta muy crítica y muy inteligente. No exagero un ápice si digo que en esas clases he aprendido yo más sobre mi propia obra que los estudiantes que asistieron a ellas».
Como Vargas Llosa significó, es especialmente conmovedora la charla con Philippe Lançon, periodista del Charlie Hebdo que sobrevivió al atentado islamista perpetrado ese mismo año: «Ese diálogo fue de un enorme dramatismo. Él había sufrido ya media docena de intervenciones quirúrgicas que intentaban reconstruir su cuerpo. De hecho su cara estaba muy desfigurada y hablaba con dificultad pero podía hacerlo y nos dio un testimonio de una extraordinaria lucidez sobre su experiencia».
Con ese testimonio se cierra Conversación en Princeton, un brillante ejercicio literario sobre el papel del intelectual y el oficio de novelista. Sobre la obra de quien dejó flotando en el aire una última confesión: «Con los años me interesa sobre todo la claridad a la hora de escribir pues la experiencia me ha demostrado que la oscuridad no representa profundidad».
Sobre Cataluña
Para el Nobel hispanoperuano, «en Cataluña está en gestación un verdadero golpe de Estado que requiere la severa sanción que un tema tan grave exige. El referéndum que algunos intentan imponer es un disparate absoluto, digno de unas mentes que han perdido el sentido. Algo que no tiene nada que ver con la realidad de nuestro tiempo que no está por la construcción de nacionalidades sino, muy al contrario, por el debilitamiento de las nacionalidades y la desaparición de las fronteras dentro de grandes organizaciones comunes, como Europa, que considero una de las más admirables creaciones democráticas de nuestra época».
El Nobel recordó cómo vivió a lo largo de cinco años en la Barcelona de los años 70: «Una ciudad que fue de enorme importancia en mi propia evolución personal y como escritor y que vivía con esperanza los últimos coletazos de la dictadura. No reconozco ahora aquella ciudad abierta y democrática que entonces yo viví. Era la capital cultural de España, una ciudad cosmopolita, y en aquel marco, que sirvió de puente que unió a escritores españoles y latinoamericanos, el nacionalismo era y se sentía como algo anacrónico y anticuado, algo que yo sigo pensando y que la realidad y la historia se encargan de demostrar cada día. Los nacionalistas eran unos viejecitos reaccionarios a los que no había que tomar en serio porque vivían en el pasado. Puede parecer que estoy de broma si afirmo, y lo hago con toda seguridad, que a lo largo de cinco años en los que me moví mucho y en muchos ambientes en Cataluña no conocí a un solo nacionalista».
En el tono directo que denota que la cuestión ocupa una parte notable de sus reflexiones y preocupaciones, Vargas Llosa insiste en que lo que está sucediendo en Cataluña, «en donde el independentismo ha crecido de forma notable desde la manipulación y la ignorancia, es ilegal e inconstitucional. Ese intento de referéndum es un disparate. Mucha gente está siendo manipulada de forma escandalosa».
[1]Conversación en Princeton [2]
Mario Vargas Llosa y Rubén Gallo
Alfaguara
256 páginas
18,90 euros
E-book: 9,99 euros