La actriz, que ya pasó por el escenario del Teatro Romano de Mérida en 2006 con Odiseo y Penélope, de Mario Vargas Llosa, ha repetido experiencia este año con este espectáculo que se enmarca dentro del proyecto de investigación escénica de Teatro de la Ciudad.
Sánchez-Gijón se mete en la piel de una mujer desesperada y desquiciada por los celos y la amargura, hasta el punto de estar dispuesta a todo por vengarse del hombre que le niega el amor.
“Todo esto ha ido brotando en los ensayos desde el primer día de manera muy clara, como que el camino del dolor estaba ya trazado y a partir de ahí todo ha ido saliendo sin esfuerzo. Como si de alguna manera se hubiera apartado de mí el lado racional y analítico que tengo, me he quitado resistencias y control y me he dejado llevar”, explica Sánchez-Gijón sobre el que se ha considerado uno de los papeles más atrayentes de toda su trayectoria.
Brillante carrera
Nacida en Roma en 1968, Aitana Sánchez-Gijón inició su carrera como actriz muy joven, alternando trabajos en teatro, cine y televisión. Ha trabajado con grandes nombres de la escena como Mario Vargas Llosa, con quien compartió escenario en repetidas ocasiones bajo la dirección de Joan Ollé como en Las mil noches y una noche, La verdad de las mentiras, La Chunga, Los cuentos de la peste y Odiseo y Penélope. También se ha puesto a las órdenes de Mario Gas, con La gata sobre el tejado de zinc caliente y Las criadas; y a las de Tamzin Townsen, con Un Dios Salvaje y Babel. Otras de las interpretaciones más sobresalientes de su carrera teatral es A puerta cerrada, de Miguel Narros, y Capitalismo, de Andrés Lima.
En el ámbito televisivo destacan sus interpretaciones en las series La Regenta y La viuda valenciana, ambas de TVE, y su papel de Doña Blanca en Velvet, serie de Antena 3. En cine inició su andadura en los 80 participando en conocidos films como Bajarse al moro, de Fernando Colomo, y El mar y el tiempo, de Fernando Fernán Gómez. Una carrera que se vio consolidada nacional e internacionalmente en la década de los 90 con trabajos como Boca a boca, de Manuel Gómez Pereira; El pájaro de la felicidad, de Pilar Miró; o Celos, de Vicente Aranda, entre otros.
Años después fueron sumándose títulos a la lista consolidando una brillante carrera en la gran pantalla que se vio premiada a finales de los noventa, con su nombramiento como presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y, más recientemente, con el reconocimiento de la Medalla de Oro de dicha institución, que recogerá el próximo mes de noviembre.