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«Entiendo la literatura como un diálogo»

«Mis padres, viajeros empedernidos, me inyectaron el gen nómada y hasta que nació mi primera hija no he parado de migrar. Escribí mis primeros relatos durante una beca de estudios en Parós. Conquistada la licenciatura de Comunicación Audiovisual en Madrid, recorrí América del Sur y media Europa de mochilero, trabajando en vendimias y granjas. De estas experiencias fueron surgiendo un buen rimero de textos. Al regresar a España también llegó mi interés por el cine documental y el montaje. Tras varios proyectos en Portugal, aterricé en Inglaterra, donde vivo en la actualidad. Desde hace más de diez años vivo de contar historias, pero a través del sonido y la imagen en movimiento».

Con el objetivo de seguir promoviendo y difundiendo esta modalidad narrativa, hoyesarte.com convocó, con la colaboración de la marca de comunicación Alabra [1] y de Arráez Editores [2], la cuarta edición de un certamen internacional que pretende reconocer la dedicación, el esfuerzo y el buen hacer de quienes se deciden a poner en práctica el arte de la literatura con las dos caras de su jánica condición: el oficio de la escritura y el hábito de la lectura. Además se quiere rendir un merecido homenaje a la figura del maestro, personificado en Francisco González Ruiz, cuyo papel es imprescindible en la iniciación a la lectura, antesala de la escritura, en las edades más tempranas de la vida.

Esta edición, en la que participaron 1.003 autores de 37 países [3], y las tres anteriores, en las que lo hicieron 3.643 autores, ponen de manifiesto la buena salud de la que goza el cuento escrito en lengua española.

– ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

Siempre es una alegría recibir algún tipo de interés por algo que requiere tanto esfuerzo. Llevo más de dos décadas escribiendo y aún no he logrado que una editorial se interese por mi trabajo, así que este accésit, o cualquier comentario, positivo o negativo, de mis lectores, es un estímulo para mantenerle el pulso a la literatura.

– ¿Escribe habitualmente?

Escribo todos los días pero sin una rutina marcada, dependiendo de cómo se presenta la jornada. Soy autónomo y tengo dos hijas pequeñas, una combinación explosiva. Mi tiempo ideal son las mañanas. Es cuando escribo proyectos y texto largos en el ordenador. Por la noche o en huecos sueltos utilizo papel y bolígrafo para escribir ideas y reflexiones a modo de diario.

– ¿Ha recibido otros reconocimientos literarios?

Gané el concurso literario Sin/Vergüenzakanaya 2023 y fui finalista en el segundo concurso 25N ‘Por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer’. Tengo textos publicados en las revistas Mercurio, Tántalo, y Jot Down Sport, además de relatos incluidos en varias antologías, como el segundo Concurso Artístico Grandes Simios y el XXI Concurso de Cuentos Infantiles Sin Fronteras de Otxarkoaga. Esta semana recibí otra buena noticia: soy uno de los finalistas del X Certamen José Manuel Caballero Bonald de relatos cortos, organizado por el Ateneo de Jerez. Estoy a la espera del fallo, aunque para mí es ya un honor y un orgullo leer mi nombre junto a uno de los mejores escritores en español, además de paisano mío.

– ¿Cómo surgió Huesos?

Forma parte de una colección de cuentos titulada Martirologio gaditano. Lo componen 14 relatos a modo del libro de mártires y santos de la Iglesia Católica. La particularidad de la colección es que todas las historias suceden, o tienen alguna relación con la provincia de Cádiz, su cultura, su singularidad geográfica y climática, y sus problemas socioeconómicos. La música flamenca, el Estrecho como frontera, oficios tradicionales como el de los salineros y arrieros del corcho, el viento de levante o el contrabando sirven de marco para tratar temas universales como el abuso sexual, la pobreza y sus consecuencias sobre las relaciones personales, el fracaso, la vejez, y, en el caso de Huesos, la memoria y el silencio. Mi intención con este guiño a la liturgia católica es otorgar a cada uno de los personajes el estatus de, si no mártir, al menos víctima de la sociedad y del rincón del mundo en el que les tocó vivir.

– Cádiz está muy presente en su literatura…

Con dieciocho años salí de mi casa familiar en El Puerto de Santa María para no volver más que en vacaciones. Por lo tanto, todos estos relatos están escritos desde la nostalgia cínica del exilio, como una necesidad de enfrentarme a mi propio recuerdo y a los tópicos que se nos suponen a los gaditanos desde miradas forasteras. En definitiva, una manera de reencontrarme con mi tierra y, como si fuera ese padre autoritario que nos amargó la adolescencia, soltarle todos los reproches.

– ¿Es el relato el género en el que mejor se mueve?

Diría que sí, aunque por una cuestión de tiempo. Soy un escritor lento y el cuento me permite trabajar sin la angustia del calendario. Tengo dos novelas terminadas y para ambas necesité unos cinco años. También, debido a mi formación cinematográfica, muchas de mis ideas e inquietudes creo que pueden resolverse con más eficacia en este género.

– ¿Por qué el lector debería acercarse a este cuento?

Entiendo la literatura como un diálogo, o una herramienta para la reflexión. Mi intención con este relato es despolitizar el problema de las fosas comunes y apelar a la humanidad de los lectores para que, en última instancia, se resuelva este asunto tan doloroso y cruel. Me sorprende y duele ese discurso que prefiere dejarlo todo como está para no remover viejas heridas. Evidentemente quienes piensan así no se ponen en la piel del otro y eso intento con el relato, que cualquiera, sin importar su ideología, comprenda que ahí hay una injusticia.

– ¿Cuáles son sus autores favoritos?

Soy un lector desordenado y ecléctico, un picaflor infiel y con mala memoria. Prefiero mencionar algunos libros que me han ido marcando como escritor en diferentes etapas y a los que he intentado copiar de una u otra manera en mis textos mientras buscaba mi propia voz. Entre ellos, De héroes y tumbas, de Ernesto Sábato; Dos días de septiembre, de Caballero Bonald; La autopista del sur, relato de Julio Cortázar; Lectura fácil, de Cristina Morales; La forja, de Arturo Barea, y Verdes valles. Colinas rojas 1: La tierra convulsa, la novela de Ramiro Pinilla

– ¿Considera que la lectura y la escritura ocupan el lugar que les corresponde en la sociedad?

El uso y abuso de las nuevas tecnologías y las redes sociales está cambiando el modo en que leemos y escribimos. Cada vez escribimos menos a mano, las pantallas son las nuevas páginas de los libros y los periódicos…

– ¿Significa esto que la literatura está en peligro?

Pienso que no, que debemos aceptar este nuevo paradigma y convivir con ello, que la vieja batalla entre lo viejo y lo nuevo solo sirve para levantar muros entre generaciones. El sentido común aquí es fundamental. Hace unos días salió el enésimo informe sobre los riesgos de las pantallas en el desarrollo de los niños. Sabemos la teoría. Apliquémonos el cuento y, si nos preocupa, ¿por qué no predicar con el ejemplo? Escribamos cartas a mano en vez de emails, compremos el periódico los domingos con el suplemento y que lo vean nuestros hijos, que puedan cogerlo, tocarlo, como hicimos nosotros. Tal vez sea un iluso, pero aún creo que el estado de las cosas depende de nosotros mismos y de nuestras acciones cotidianas.


La ceremonia de entrega de premios se llevará a cabo en el Ateneo de Madrid el viernes, 13 de diciembre, a las 19.00 h, en un acto abierto al público que concluirá con un concierto de Begoña Olavide [4], artista con una amplia trayectoria, desde la música medieval a las corrientes más contemporáneas, y excepcional intérprete de salterio, instrumento sobre el que ha desarrollado una técnica y escuela propias.

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