«Entre el remordimiento y la lucidez, Fernando Marías ha sido capaz de abordar un itinerario a través de la memoria y la sombra del padre en busca de su propia identidad». Así describe la novela el jurado del galardón, formado por José Manuel Caballero Bonald, Pere Gimferrer, Manuel Longares, Elena Ramírez y Rosa Regàs.

El bilbaíno recorre a través de la escritura la figura del padre a ojos del niño, adolescente y joven que fue y del hombre que ahora es. Durante los días de duelo, Marías se apoya en el libro como refugio, búsqueda y homenaje, el libro que trata de escribir y el libro que pudo no haberse escrito si la vida hubiera tomado otros caminos.

Marías aborda el terreno de los recuerdos convirtiendo la memoria en un acto de ficción. «La literatura que hacemos con nuestra vida real nos define con nitidez, y eso incluye también a quienes no son escritores», declara el autor, sentenciando que «todos somos literatura, lo queramos o no».

Obra ecléctica

La carrera de Marías comenzó en 1991 con la publicación de La luz prodigiosa, una versión alternativa al trágico desenlace de Federico García Lorca. Con la publicación en el año 2000 de El Niño de los coroneles obtuvo el Premio Nadal, a los que seguirían el Premio Ateneo de Sevilla en 2005 por El mundo se acaba todos los días, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2006 por Cielo abajo y el Premio Primavera de Novela en 2010 por Todo el amor y casi toda la muerte, entre otros.

El autor destaca por una obra ecléctica en la que caben la historia pasada y reciente, la literatura de aventuras, el thriller psicológico y la revisión de mitos literarios. Sus trabajos, entre los que se encuentran guiones para cine y televisión, incluyen novelas para adultos y público juvenil. Es, además, fundador de la comunidad de escritores Hijos de Mary Shelley, una plataforma de creación literaria, editorial, teatral y cinematográfica con ramificaciones online.