El jurado ha concedido el galardón a Montero por «su versatilidad y depurada técnica, que le permite interpretar los papeles más exigentes del repertorio y mostrar toda su capacidad expresiva en sus propias creaciones, entre las que destacan, en los últimos años, Vasos comunicantes, Desde Otelo, Benditos malditos y Luna, y que también lleva a cabo al frente del Ballet Staatstheater de Nuremberg».
Por su parte, Latorre (Valencia, 1963) ha sido distinguido por su «constante preocupación por el desarrollo de la danza en España, en especial, por su contribución a la evolución de la concepción coreográfica del flamenco, que incorpora elementos de la danza española y de la danza contemporánea, en una exploración creativa reconocible tanto en sus creaciones para su propia compañía, como para otros artistas».