El jurado ha concedido este premio por mayoría a De Luz por “su trayectoria como bailarín de técnica de brillantez depurada y gran carisma interpretativo, dotes con las que ha abordado los grandes roles del repertorio clásico y neoclásico”. Además destaca, entre otros muchos trabajos, su reciente interpretación de Basilio de Don Quijote en su colaboración con la Compañía Nacional de Danza. El jurado también subraya “su labor como embajador de la danza de nuestro país en los principales teatros del mundo”.
El bailarín Principal del New York City Ballet comenzó su formación en danza clásica en la Compañía de Víctor Ullate, donde estuvo desde 1992 hasta 1995. En agosto de 1996 se incorporó a la compañía de Pennsylvania Ballet con categoría de solista. En 1997 entra a formar parte del American Ballet Theater y un año más tarde ya es bailarín solista. También ha actuado como bailarín invitado en varias compañías y galas de estrellas de danza.
En 2003 entró a formar parte del New York City Ballet, primero como solista, y en enero de 2005 subió a la categoría de Bailarín Principal. En España ha estrenado tres coreografías como director artístico, junto a una selección de bailarines solistas o estrellas del New York City Ballet: Las bodas de I. Stravinsky (2007), Fancy Free (2008), y Homenaje a Ray Charles (2009).
Un lenguaje propio
Por su parte, el jurado ha distinguido a Sol Picó “por su talento creativo y fuerte personalidad artística, unidos a la audacia de sus propuestas escénicas”. Además ha ensalzado “su profundo conocimiento de los estilos de la danza para construir su propio lenguaje”. Por último destaca su “continuo compromiso con la creación contemporánea”, como se demuestra en trabajos como W.W. (We Women), One-hit Wonders, El llac de les mosques o Bésame el cactus, entre otros.
La bailarina y coreógrafa valenciana es conocedora de la danza clásica, española y contemporánea, tres disciplinas que se pueden sentir en su trabajo coreográfico, aunque enmarcado en la expresión más contemporánea de la danza. Formó su primera compañía, Danza Robadura, en 1988 pero es con la compañía que lleva su nombre, la Sol Picó Compañía de Danza, nacida en 1993, con la que ha desarrollado su sello más personal.
Estudió en el Movement Research de Nueva York diversas técnicas de danza contemporánea y durante los primeros años de su trayectoria trabajó como intérprete y coreógrafa con compañías y creadores diversos como Robouldanse, Rayo Malayo Danza y la compañía de Arte Total Los Rinos. El cortometraje de danza dirigido por Octavio Masia y ella misma, El 64, en un autobús y el vídeo-danza No Paris del realizador Joan Pueyo, en el que aparece como bailarina y coreógrafa, entre otros, completan una carrera en la que destacan galardones como los Max de las artes escénicas.