«No sé realmente si lo que he hecho por la humanidad es tan notable», declaró la artista tras recibir en abril la noticia de la concesión del galardón, aprovechando la oportunidad «para celebrar la feroz lucha de mi pueblo por los derechos humanos y la libertad» y dedicando el premio al cantante de rap Toomaj Salehi, condenado a muerte por apoyar las protestas desencadenadas tras el fallecimiento de Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió tras haber sido detenida por la policía de la moral iraní por no llevar el velo conforme estipula la ley islámica. Aunque el Tribunal Supremo de Irán acabaría anulando en junio la condena al rapero, la represión del régimen hacia su pueblo, especialmente hacia las mujeres, sigue siendo una realidad de la que Satrapi es una de las voces más críticas.

Que se le haya concedido el Princesa de Asturias en la categoría de Comunicación y Humanidades, en lugar de en la de las Artes (otorgado a Joan Manuel Serrat), muestra una doble intención, reconocer la labor de la artista a la vez que se denuncia la violencia machista instaurada en Irán. Una tendencia cada vez más manifiesta a nivel internacional, como demuestra que en 2023 se entregara el Nobel de la Paz a la activista por los derechos humanos iraní Narges Mohammadi, pero aún insuficiente, como remarcaría la propia Marjane Satrapi al denunciar las reticencias de Josep Borrell para señalar a la Guardia Revolucionaria Islámica como organización terrorista. «El impacto real de este premio llegará el día en que se reconozca ese Estado como un Estado terrorista», declararía la artista en una rueda de prensa. «Borrell dice que no. Pero Irán está llevando a cabo cinco guerras en Irak, Líbano o Siria… Estos grupos terroristas no funcionarían sin la ayuda de Irán. ¿Qué más pruebas necesita para declararlos terroristas?».

En la misma rueda de prensa, la autora de Persépolis dejaría a un lado la solemnidad para decir claramente lo que piensa sobre su reconocimiento: «Si yo me convierto en símbolo del diálogo y de la tolerancia, si alguien como yo recibe este premio es que el mundo debe ir muy mal, porque no soy ni supersimpática, ni supertolerante ni estoy contra la violencia al 100%. Entonces digo, joder, si yo recibo este tipo de galardón es que las cosas deben estar muy mal».

Satrapi nació en 1969 en Rasht (Irán), siendo la única hija de Ebi y Taji Satrapi, una pareja progresista y de clase alta que al principio recibió con optimismo la revolución islámica liderada en 1979 por el ayatolá Jomeini para acabar con el régimen corrupto del Sah Mohammad Reza Pahleví. De la noche a la mañana al nuevo régimen se le cayó la careta, revelando un extremismo tiránico que mermó los derechos de las mujeres a su mínima expresión: las iraníes perdieron el derecho a solicitar el divorcio y la oportunidad de conservar la custodia de sus hijos, la edad mínima de una niña para contraer matrimonio se redujo de los 18 a los 9 años y se introdujo un código de vestimenta que obligaba a las mujeres a llevar el velo en público. En palabras de Marjane Satrapi, el régimen fue «un sueño que se convirtió en pesadilla y después en infierno».

Aunque Satrapi estudiaba en Teherán en una escuela laica, mixta y bilingüe, tuvo que ponerse el velo como el resto de sus compañeras y ver cómo las niñas eran separadas de sus amigos varones. A los diez años vivió esas injusticias desde la frustración, la rebeldía y el juego. En Persépolis recuerda cómo ella y sus compañeras de clase se quitaban los velos para atarlos y saltar a la comba en el recreo. Marjane desafiaría al régimen, vistiendo ropa occidental, escuchando punk y asaltando a sus profesores con preguntas incómodas y acusaciones de tergiversar la realidad. Preocupados porque acabara siendo detenida, sus padres la enviaron en 1983 a Viena para que continuara sus estudios. En Europa, Marjane seguiría desafiando a la autoridad. Sería expulsada de una residencia de monjas y descubriría la contracultura viviendo en la calle. Cuando estuvo a punto de morir de bronquitis no le quedó más remedio que volver a su país.

En Irán se sentiría como una extranjera. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Teherán, retratando a modelos que en lugar de posar desnudas estaban cubiertas por un velo. A los 21 una depresión la empujaría a casarse, buscando una falsa salida a la opresión. El fracaso de su matrimonio haría que abandonara Irán definitivamente, estudiando en la Escuela de Artes Decorativas de Estrasburgo y, posteriormente, trasladándose a París, donde actualmente sigue residiendo. A partir de 1997 se dedicaría a escribir e ilustrar libros infantiles como Adjar o Los monstruos tienen miedo de la luna.

En París, miembros del colectivo L´Association sugirieron a Satrapi que trasladara sus recuerdos de infancia a una novela gráfica. La autora pensaba que el cómic no tendría mayor repercusión que las cincuenta fotocopias que había pensado repartir entre sus amigas, pero el primer tomo de Persépolis, publicado en el año 2000, sería un gran éxito con el que obtendría el premio Coup de coeur a la mejor autora revelación del Festival de Angoulême. El guion del segundo tomo también sería galardonado en Angulema, mientras que el tercer y cuarto tomo de la serie acabarían por consagrarla a nivel internacional.

En Persépolis, la autora opta por narrar su historia con un blanco y negro naíf y expresionista, acorde con una época y un país sin matices, donde la protagonista es una niña irreverente, que tiene que convivir con el horror de la barbarie religiosa. Satrapi narra los hechos más traumáticos de su infancia y adolescencia, como la detención y asesinato de su tío Anouch, pero no se muestra complaciente consigo misma, siendo capaz de mirarse en el espejo más oscuro al narrar cuando se vio obligada a vender droga en Viena, su depresión o sus coqueteos con el nacionalismo en el transcurso de la guerra entre Irán e Irak. Persépolis es un honesto y comprometido relato autobiográfico, que atrapa a quien se adentra en sus páginas.

Satrapi creó una novela gráfica de singular profundidad. Quien diga que el cómic social comenzó con Persépolis solo demuestra su desconocimiento del medio, pero el éxito de la obra hizo mucho por la visibilización del cómic hecho por mujeres, contribuyendo a cambiar las condiciones de un medio tradicionalmente masculino, además de mostrar a los lectores la realidad de Irán.

En palabras de la autora: «Mi propósito era contar la historia de Irán a través de mi propia historia, con mi nombre, para no parecer una socióloga o una historiadora. Solo soy una persona que nació en un tiempo y lugar concreto y fue testigo de algo». Por encima de otras obras prestigiosas, como Maus, de Art Spiegelman, o Watchmen, de Alan Moore, Persépolis es un libro presente en las estanterías de muchas personas que no suelen leer cómics, y eso es un gran logro.

L’École des filles.

Su siguiente cómic sería Bordados, publicado originalmente en Francia en 2003 por L’Association, una historia que explora el mundo íntimo de las iraníes a través de las conversaciones entre mujeres de distintas generaciones de su familia durante la hora del té, mientras los hombres duermen la siesta. Pollo con ciruelas se editaría en 2004 y narraba la historia de otro pariente de Satrapi, Nasser Ali, un intérprete de tar (un laúd tradicional iraní) que perdió la ilusión de vivir. El cómic recibiría el premio al mejor álbum en el Festival de Angoulême.

Satrapi dejaría a un lado el cómic para centrarse en otras facetas, como sus tapices y sus lienzos de retratos femeninos, exhibidos en salas de exposiciones parisinas como la Galería Jérôme de Noirmont, o su faceta más conocida como realizadora. Debutaría en el cine codirigiendo, junto al también historietista Vincent Paronnaud, Persépolis (2007), la adaptación al cine de animación del cómic más conocido de la autora. La película contaría en su doblaje con la participación de Chiara Mastroianni y su madre, Catherine Deneuve. El gobierno de Irán envió una carta a la embajada francesa en Teherán para protestar contra la película y presionó a los organizadores del Festival de Cine de Bangkok para que la eliminaran de la programación. Persépolis fue aclamada como una lograda adaptación al cine de la obra de Satrapi, llegando a ganar el Premio del Jurado de Cannes en 2007 y una nominación a un Óscar.

Su segunda incursión en el cine, de nuevo junto a Vincent Paronnaud, sería otra adaptación de uno de sus cómics. Pollo con ciruelas (Poulet aux prunes, 2011) se rodaría en imagen real con un reparto que incluía a Golshifteh Farahani, Maria de Medeiros, Mathieu Amalric y Chiara Mastroianni. El filme fue premiado en los festivales de Abu Dhabi y São Paulo.

Su debut cinematográfico en solitario, La bande des Jotas (2012), supuso su primer fracaso. Tal vez la autora se propuso demasiado, pues no solo dirigió la película, sino que escribió el guion y asumió el papel protagonista. Con The Voices (2014) dio el salto a Hollywood, por primera vez con una historia ajena. Al ser preguntada por la diferencia a la hora de afrontar el proyecto declararía: «Pongo todo mi corazón, mi cerebro, mi sensibilidad. Incluso si la historia no es mía, desde el momento en que la abrazo y la imagino, se vuelve mía».

Fotograma de Pollo con ciruelas (2004).

En su siguiente película, Madame Curie (Radioactive, 2019), adaptaría el libro ilustrado de la autora Lauren Redniss Radiactivo. Una historia de amor y efectos colaterales para rendir tributo a la científica pionera en el campo de la radioactividad y uno de los referentes que han marcado el espíritu de insubordinación de Satrapi: «Marie Curie, igual que yo, fue una inmigrante en París educada para ser una mujer independiente, pero lo que más me gusta de ella es que fue un genio, con todo lo que implica serlo: no ser una persona fácil con quien convivir. Y mientras a los hombres se les perdona fácilmente este detalle, las mujeres tienen que estar siempre guapas y ser amables, o llevar arreglado el pelo».

Con este largometraje, la directora reivindicaría la necesidad de hacer más películas sobre grandes figuras femeninas: «Si la mitad de la población mundial son mujeres, la mitad de las historias deberían ser sobre ellas». La última producción cinematográfica dirigida por Satrapi hasta la fecha es Paradis Paris (2024), una comedia de humor negro protagonizada por Monica Bellucci y Rossy de Palma.

Madame Curie (Radioactive, 2019).

Satrapi tenía la esperanza de que en unos años Persépolis hubiera quedado obsoleta, pero más de veinte años después de su publicación, el cómic sigue siendo un reflejo de los abusos cometidos contra las mujeres en Irán. Aun así, la autora se muestra esperanzada por la respuesta que está dando la población iraní tras el asesinato de Mahsa Amini: «Es una mezcla de alegría y tristeza. Tristeza porque, de nuevo, tenemos que perder a nuestros hijos. Y alegría porque la cultura ha cambiado. Este es el primer movimiento feminista que conozco en el mundo en el que las mujeres llevan a los hombres a protestar con ellas. Están detrás de estas chicas, están todas unidas. Es realmente un movimiento de derechos humanos. Se ha convertido en un movimiento global de la juventud contra el arcaísmo, de la democracia contra la dictadura».

La artista coordinaría la antología de cómic Mujer vida libertad, un trabajo colectivo publicado en 2023 donde participan diecisiete autores y autoras iraníes (como Mana Neyestani, Touka Neyestani, Bahareh Akrami y Shabnam Adiban) e internacionales, incluyendo al valenciano Paco Roca y a la madrileña Patricia Bolaños. Con esta obra, Satrapi pretende explicar qué ocurre en Irán y lanzar el mensaje a sus compatriotas de que no están solas. El cómic se ha publicado online en farsi de forma gratuita, para que puedan acceder a él todas las iraníes. La autora se muestra optimista respecto al destino de su país: «El Irán del mañana es el Irán de las mujeres, apoyadas por los hombres».

Marjane Satrapi es doctora honoris causa por las universidades belgas UC Louvain y KU Leuven, Comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia y, desde 2024, miembro de la Academia de las Bellas Artes del país galo. Pero el reconocimiento de su figura no ha menguado su rebeldía ni su obligación como artista de hacerse preguntas. Por encima de todo, es consciente del papel impuesto a las mujeres y de la necesidad de superarlo: «Siempre hemos tenido que portarnos como la sociedad espera. Es un sistema impuesto por la educación. Yo, personalmente, no me comporto como se espera de mí. Las mujeres, en realidad, tendríamos que comportarnos de una manera inesperada. Tal vez toda la humanidad debería comportarse de forma inesperada».


Nota: Según informa la Fundación Princesa de Asturias, Marjane Satrapi no podrá asistir a la entrega de los galardones, «como sería su deseo, por circunstancias personales y familiares graves sobrevenidas».