La artista, de 45 años, competía por esta distinción, probablemente la más importante del arte contemporáneo, con otros tres finalistas, entre ellos la española afincada en Londres Ángela de la Cruz. El premio está dotado con 30.000 euros.
Afincada en Berlín desde hace nueve años, Philipsz grabó tres versiones de la canción que protagoniza la obra, que cuenta la historia de un hombre que muere ahogado en el mar y vuelve para despedirse de su amada, e inicialmente las hizo sonar simultáneamente bajo los tres puentes que atraviesan el río Clyde de su ciudad natal, antes de que estas llenaran las galerías de la Tate.
Los otros finalistas eran el pintor británico Dexter Dalwood, el dúo The Otolith Group, formado por Anjalika Sagar y Kodwo Eshun, y la española Ángela de la Cruz [1].
Hasta el 3 de enero
La Tate Britain [2] expone hasta el próximo 3 de enero la obra de la ganadora y de los tres finalistas del Turner, un premio que tiene la tiene la pretensión de «promover un debate público sobre los nuevos acontecimientos en el arte contemporáneo británico».
El Turner suele caracterizarse por la concurrencia de obras polémicas, como los animales en formol de Damien Hirst o la habitación con luces que se encendían y apagaban de Martin Creed.
Con el objetivo de impulsar el debate público sobre los nuevos desarrollos en el arte contemporáneo británico, este premio es ampliamente reconocido como uno de los más importantes y prestigiosos de las artes en Europa, aunque casi siempre genera enconadas y sesudas discusiones sobre la «verdadera naturaleza del arte».
Los miembros del jurado del premio han sido Isabel Carlos, directora del Centro de Arte Moderna (CAMJAP, Lisboa) ; Andrew Nairne, director ejecutivo de Estrategia de las Artes del Consejo de las Artes de Inglaterra; Polly Staple, director de la Chisenhale Gallery, y Philip Hensher, novelista y crítico de arte.
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