Antes de nada, déjenme que les informe de que hace varios meses que Ernesto Mendoza y yo no vivimos bajo el mismo techo. Diversos acontecimientos que ahora no vienen a cuento provocaron que mi amigo solicitara de nuevo su ingreso en una residencia psiquiátrica (lo que toda la vida se ha llamado un manicomio, pero de pago).

Creo que el abuso de las drogas ha destrozado completamente ese increíble cerebro privilegiado, pero espero que con un poco de reposo mi compañero de piso vuelva a casa. Les susurraría al oído, si supiera que nadie más podría oírme, que le echo de menos, a pesar de ese carácter odioso y soberbio. Hasta en nuestra despedida tuvo que sacar esa constante actitud de arrogancia y desprecio por el resto del mundo. En mi inocencia, cuando Ernesto salía de casa con su pequeña maleta hacia la residencia le entregué un ejemplar de Los renglones torcidos de Dios para ambientar su espíritu. Leyó la contraportada y, sin adornos, como es él, nos mandó directamente a la mierda a mí, a Torcuato Luca de Tena y a Freud (no me pregunten por qué), y dejó el libro sobre el mueble de la entrada. Desde entonces sólo me he comunicado con él por correo electrónico y por whatsapp, y de esto hace unos tres o cuatro meses.

El caso es que han dejado ustedes en la página de hoyesarte, en Facebook y en mi buzón un mensaje inequívoco en respuesta a mi petición de ayuda: quieren más aventuras de Ernesto Mendoza, un poco de 15M y corrupción… Estoy completamente de acuerdo con el mensaje de Matilde: el cambio de registro alimenta el alma, pero la mayoría manda y yo soy un bienmandao. Mendoza, entre ácrata y anarquista, lo suele llamar la dictadura de la mayoría. Cuando se me ocurrió decirle que en las últimas elecciones los españoles habíamos decidido que el PP tuviera una mayoría suficiente para hacer lo que tuviera que hacer para arreglar el país me contestó con su habitual sutileza cargada de matices:

–Otro gilipollas que se cree que los españoles quedamos a las nueve menos cuarto de la mañana en la Puerta del Sol el día de las elecciones y nos repartimos los votos. Vosotros 10 millones y medio votáis a estos de la gaviota –empezó a señalar como si se dirigiera a una gran masa de gente en nuestro salón– para que incumplan todas sus promesas con mayoría totalitaria, vosotros seis millones votáis a los del puño y la rosa, para que hagan una oposición estúpida. Sí, ya sé que han arruinado este país –teatralizó como si alguien se hubiera quejado–, pero el imbécil se ha ido ya a supervisar nubes, así que les daremos ciento y pico escaños. Luego, ¡eh, vosotros! –parecía llamar a algunos más alejados–, los del norte, ya sabéis: unos escaños para los nacionalistas, que sigan dando por culo…

–Vale, vale, vale –terminé por cortarle para evitarme el reparto del grupo mixto y del resto del Parlamento y se acabó la conversación.

Como pueden comprobar por este simple ejemplo, mi amigo tiene un punto de vista… digamos que poco ortodoxo sobre el mundo de la política (y en general sobre todo, ya lo saben). Así que no me ha resultado difícil encontrar algunas aventuras que creo que pueden responder a sus deseos. Hemos tenido varios casos relacionados con la corrupción. Quizás el más interesante fue el del empresario alicantino que vino a vernos para pedir una coartada con la que ocultar unos cuantos chanchullos. De ese asunto me sorprendió la naturalidad con la que el tipo nos narraba sus delitos (creo que el hedor todavía se percibe en casa) y, especialmente, el interés de Mendoza por ayudarle.

Pero un mensaje de correo electrónico de gaditano72 me ha recordado la aventura de otro gaditano, Zacarías Adánez, que tiene bastante relación con la crisis actual, familias pasándolo mal y el movimiento 15M y creo que les puede gustar. Lo he titulado El caso del recomendado de Juana “La Dolorosa” y, si les parece, se lo contaré mañana, martes y 13, el día favorito de Ernesto Mendoza. Conocerán su opinión sobre los banqueros y los abogados (quizás les sorprenda) y verán cómo su tan querido Mendoza hizo que me arrestara la Guardia Civil, con el cariño que le tengo yo a este cuerpo, y sobre todo al cuerpo que duerme en mi cama con mi exmujer. ¡Zorrón! (lo siento, necesito desahogarme).

Les propongo un trato: yo estaré por aquí unos cuantos martes; y ustedes sólo deben hablarme de vez en cuando. Ahora que vivo solo me da pánico el silencio. Gracias a Mikel, Alejandro, Juanjo, Rge (¿cómo se pronuncia eso?), Roberto, Leire, José María, Paco, Carlos, Ana, Matilde, Pep, Luso, Santy, Lucía, Pere… (a los del correo electrónico ya les respondí por esa vía, pero gracias de nuevo) por estar ahí y animarme a volver, pero ahora no se me vayan.

El caso del recomendado de Juana “La Dolorosa” lo podemos dividir en dos entregas, pero ya pueden empezar a sugerirme para el futuro más temas, ideas, lugares, mujeres, canciones… Tengo anotaciones con más de 100 casos de Mendoza, así que hemos tocado casi todos los palos. Y, por supuesto, siempre pueden cambiar de opinión y pedirme que les escriba cartas de amor adolescente o un ensayo sobre el sexo de Mª Ángeles (¿a quién le interesa el sexo de los ángeles?). Ya saben cómo: comentarios aquí o en Facebook, mensajes a santiagolucano@gmail.com y ahora también en twitter: @santilucano

Escritor de ustedes. Para ustedes. Con ustedes.

Hasta mañana.