Pero fueron una revolución. Más que nunca nadie antes y nadie después. Y aún así se destruyeron. «Los Beatles se separaron de los Beatles», dijo Paul McCartney, explicando la delicada relación entre ellos después de años de escupir grandes canciones como quien come pipas. La historia está llena de casos así, no es tan extraño.

Los que se acercan ahora al mundo de la música, o aquellos que empiezan a comprar discos para hacer su discoteca, o incluso los que simplemente quieren aprovechar maravillas del progreso como Spotify, seguramente olviden incluir a esta mito-banda en sus adquisiciones. Es el típico ejemplo de música que cuesta asimilar si no se vivió, ¿verdad? Es mi caso. No sólo no la viví sino que no puedo evitar cierto rubor cuando veo las imágenes de esos flequillos aterrizar en Barajas hace casi 50 años, con el sombrero cordobés de John Lennon paseándose por las plazas de toros de Madrid y Barcelona en las que tuvieron como teloneros a Los Pekenikes y a Torrebruno. Sí, han leído bien. Qué grande, Torrebruno. Qué tiempos. Rubor es poco.

Y, sin embargo, más allá de su alcance social, hicieron buenas canciones. Algunas excelentes: Hey Jude, Yesterday, All You Need Is Love, Get Back, Eleanor Rigby, Let It Be. Todas han pasado a la historia y todas lo merecen pero, ¿cuál es su preferida? Les sugiero que les inviten a pasar a sus salones, coches y discotecas. Al fin y al cabo, ¿cuántos de nosotros hemos leído El Quijote, Ulises, Hamlet, El guardián entre el centeno o los cuentos de Kipling? Y, sin embargo, a veces los compramos los domingos con el periódico o, simplemente, creemos que son libros de los éste-hay-que-tenerlo. Salvando las distancias –lo sé, son muchas–, Los Beatles son como Wilde, Hemingway, Lorca o Cela, hay pequeñas joyas que merecen toda su obra y una biblioteca sin ellos es menos biblioteca.

Hablando de joyas, tengo que felicitarles y agradecerles su participación en el juego de los descubrimientos que inauguramos la semana pasada. Estoy casi como las fans de los Beatles. Aún queda tiempo hasta el 30 de abril, así que animo a los rezagados y a los tímidos a que compartan con todos sus tesoros de discoteca. Recuerden, tres discos están en juego.

Y para los que no se vean tentados a rescatar a los melenudos miembros de la Orden del Imperio Británico, les sugiero más madera:

Entre cajones

amos_lee_mission_bell_melofiliaMission Bell

Amos Lee

Blue Note Records, 2011

El otro día les decía que todo lo que toca Norah Jones se llena de talento, y este es el último ejemplo. Amos Lee es un cantautor norteamericano al que le tocó la lotería cuando la Jones le invitó a actuar de telonero en su gira europea de 2004. Equipado solo con su voz y su guitarra convenció al público noche tras noche, continuó en el periplo por Estados Unidos y pudo grabar su primer disco de la mano de Lee Alexander, el bajista de la banda de Norah Jones. A partir de ahí voló solo y su estilo folk-soul ha fascinado a un público ávido de música sin adornos. Keep It Loose, Keep It Tight, la primera canción de ese primer disco, es toda una declaración de intenciones. Este último, Mission Bell, es un paso más de la evolución de un gran artista. Se han querido subir a su carro, manufacturado por Calexico, padrinos como Willie Nelson, Lucinda Williams o Sam Beam (Iron & Wine). No son malas referencias. El Camino inaugura un disco más sureño que los anteriores, una vuelta de tuerca más de un tipo que promete. No se pierdan tampoco Flower, Hello Again o Learned A Lot. Si viene a Barajas les aviso.

www.amoslee.com

 

meiko_melofiliaMeiko

Meiko

Myspace Records, 2008

Se llama Meiko, nació en Georgia, el Estados Unidos más profundo, y vivió con su padre en una cabaña –también podía haber sido en una roulotte–, donde aprendió música con la Gibson con la que éste le tocaba Stairway To Heaven sin parar, hasta que se colocó de camarera en Los Ángeles. Pero si oyen este disco la historia cambia. Música de anuncio, de bar de moda, –coffehouse folk lo llaman, ahí queda eso– entre Sade y Patty Griffin, con su guitarra acústica, pianos eléctricos elegantes y discretos. Letras poderosas y con personalidad, ella misma dice que no compone canciones de amor sino canciones de amor frustrado. Sólo ha grabado un disco, pero es el momento de conocerla. Valga como tarjeta de presentación Reasons To Love You, How Lucky We Are, Piano Song y Said And Done. Le acompaña un ejército de seguidores en internet. Promete, ¿verdad?

www.myspace.com/meiko

 

mary_gauthier_the_foundlingThe Foundling

Mary Gauthier

Razor & Tie, 2010

The Foundling, el niño expósito, huérfano, es lo que se llama un disco de concepto, una historia, contada de la primera canción a la última. Es la historia de un niño rechazado por su madre al nacer, que viaja de orfanato en orfanato, de familia en familia, con problemas en todas, que huye robando el coche de una ellas, vuelve a sentir el rechazo cuando busca a su madre y, a pesar de todo, sale de esta espiral creyendo en el amor. Es un disco autobiográfico. Mary Gauthier es la autora, una cantante y compositora de quitarse el sombrero que me dio a conocer un amigo literato. Canadiense universal, folk en estado puro, se le abrió la vida sin buscarlo cuando grabó su primer disco a los treinta y cinco años y puso música a sus dramas. El público y la crítica entendieron su I Drink como una auténtica canción protesta y la bautizaron con premios y reconocimientos. Cinco álbumes después, hoy nos regala este discazo, duro y directo, pero musicalmente tierno, una exhibición de recursos acústicos e instrumentales. No es el mejor, supongo, pero es el último. Revisen los anteriores después de una visita por The Foundling, Mama Here, Mama Gone, Goodbye y Another Day Borrowed. Ha convencido a los grandes del folk, a ver qué les parece a ustedes.

www.marygauthier.com

 

De sofá y copa de vino

roberta_gambarini_your_are_there_melofiliaYou Are There

Roberta Gambarini

Emarcy / PGD, 2008

“El disco suena como si estuviésemos tocando en el salón de casa con unos amigos”, dice Roberta Gambarini. Blanca y en botella, pensé, a esto sólo le falta el vino. Doña Roberta, italiana de Turín, se despachó estas doce canciones en una tarde acompañada al piano por el ilustre Hank Jones, nonagenario brillante que deja su huella con éxito en esta selección de canciones clásicas del repertorio americano, con piezas de Duke Ellington, Buddy Holly o Nina Simone. La Gambarini se dio a conocer con su anterior disco, Easy To Love, y con éste demuestra que tiene una voz exquisita, técnica, virtuosa, respetuosa con la tradición, impecable. Ambos son la compañía perfecta para abandonarse a uno mismo, al navegar de los pensamientos, al arrullo de las ilusiones. Por ser esta vez, se pueden dar al gin tonic y acompasar la melodía con el tintineo de las piedras de hielo. You Are There, al comienzo, nos sitúa, nos avanza lo que viene, precede a caricias como Deep Purple, Reminiscing, Just Squeeze Me o Someone To Live For. Al abrir los ojos se darán cuenta de que no la podrán olvidar. A Roberta.

www.myspace.com/robertagambarini

 

El pasado también existe

bob_marley_live_forever_melofiliaLive Forever: The Stanley Theater

Bob Marley & The Wailers

TUFF GONG, 2011

Es difícil decir algo nuevo de alguien tan grande y tan conocido, así que no tentaré a la suerte. Bob Marley, seguramente uno de los músicos más influyentes de la historia del siglo XX, firmó con este concierto una carrera brutal, descomunal. A veces los números sí sirven: su álbum recopilatorio Legend estuvo mil (¡1.000!) semanas en la lista Billboard de Estados Unidos y ciento diez (¡110!) de ellas en el primer lugar. Se lo llevó un cáncer en 1981 y esta grabación recoge la última vez que tocó en público. Multitud de libros loan su vida, tiene decenas de discos y un pedazo importante de la música le debe mucho, así que tiene un más que merecido homenaje en esta modesta sección. No Woman No Cry, Redemption Song, Could You Be Loved, Exodus, Is This Love, Get Up Stand Up… tantas. Todas grandes. El pasado, más que nunca, también existe, don Robert Nesta Marley.

 

¿Clásicos? ¿Qué clásicos?

schubert_syphony_no_9_mendelssohn_harnoncourtSinfonía n. 9, la Grande

Franz Schubert

Nikolas Harnoncourt – Royal Concertgebouw Orchestra

Franz Schubert (1797-1828) fue un pionero del Romanticismo musical, ese período que todos querían integrar y demonizar a la vez pero que es el más rico de la historia de la música. Practicó el sinfonismo, subió a los altares las canción –escribió cientos de ellas– y las piezas cortas como forma de hacer música seria, admiraba a Beethoven y sirvió de inspiración a Brahms. Pero no triunfó en vida. Su música no seguía la corriente de entonces y no encontró editores, mecenas ni financiadores. Esta sinfonía, la novena, la Grande, estuvo a punto de perderse en el olvido. Fue la única que Schubert consiguió acabar y permaneció escondida hasta que Schumann la encontró diez años después de su temprana muerte. Se estrenó en Leipzig bajo la batuta de Mendelssohn y se aupó al podio de las sinfonías del siglo XIX. Si no conocen esta obra no conocen a Schubert. Eso al menos dijo Schumann. Nos ayuda en la tarea Nikolas Harnoncourt, uno de los grandes y, seguramente, el mejor conocedor de Schubert. A por ella.

http://www.harnoncourt.de/

 

Muchos lloraron cuando se separaron The Beatles. Ríos de lágrimas entonces y ríos de tinta desde entonces empaparon y empapan la historia de este grupo. Lágrimas anónimas, pero todas con dueño. Llorar nos hace humanos y nos une. Así interpreto la ilustración que nos trae hoy Iván Solbes. Las lágrimas son sentimiento que se ve, que desborda la presa de las convenciones, son la primera mano tendida, un signo de debilidad o de fortaleza. Cada lágrima es un recuerdo, anónimo o no, pero con dueño.

 

Les supongo repasando sus estanterías musicales y sus listas de reproducción en busca de esa lágrima personal que compartir en Melofilia. Todos tenemos. En cualquier caso, cuéntenos lo que quieran, elijan su canción preferida de The Beatles, critiquen, sugieran lo que quieran aquí abajo, en Facebook o, como siempre, en mi casa, que es la suya: melofilia@hoyesarte.com